Días extraños
Hoy, desde que me levanté, noté que no era un día como los demás. Llegué a la parada de guaguas y dos guaguas que no eran la mía pasaron de largo. Ninguna mañana había visto pasar guagua alguna. Cuando llegó mi guagua, en vez de montarme sola como todas las mañanas, nos montamos cinco personas. Llegué a la parada de guaguas y ya estaba aparcada la 051. Hasta ahora siempre había venido al andén justo antes de salir. Mientras salía la guagua me fijé que la chica que va vestida de militar no cogió su bus esta mañana. Mi guagua cogió por donde siempre, pero en la parada de la parte de las palmeras no se subió la señora con la chaqueta de chenilla. Tampoco el chico de las sudaderas coloristas. El bus iba inusualmente lleno. En la cuesta esa donde la guagua parece rozarse con los coches del otro carril y con la pared de la derecha no hubo hoy problemas. Al final de la cuesta estaba el señor de siempre, pero sin su habitual bolsa de "deportes base". Al llegar a la curva de la cruz l