Marica
No recuerdo el momento en el que supe que me gustaban los chicos. Qué gran revelación. Desde entonces lo he tenido clarísimo. Me gustan los hombres aunque oye, no todos. Con el tiempo supe que eso se llamaba ser heterosexual y que, en mi sociedad, eso era lo mismo que nacer con una flor en el culo. Correcto, deseable, esperable. Una bicoca. Y, a veces, además de gustarme los chicos también hablo por los codos. Con esa verborrea que luego me hace pensar eso de "oye, me he pasado, soy una plasta". Pero mira, qué cosas. Que no se elige cómo se nace. Este año, mi clase de angelitos traviesos tiene un par de elementos de esos que metía en el maletero del coche para llevármelos a casa. Uno de ellos, mi pequeño P, habla por los codos. Y sí, tengo a compañeros que eso les molesta, pero yo voy a P, le digo que es un bicho, que deje descanso a la lengua, que le voy a pegar un bocao que lo dejo sin nariz y a ver cómo le explicamos eso a la madre, y que porfi, que intente estar ca