Pues mira, sí, al verano le quedan dos suspiros. De vez en cuando parece que hace algo menos de calor, ha llovido y las abnegadas madres ya están con la cantinela de "qué ganas tengo de que empiece el cole". Lo de todos los años. Ah, y los anuncios de material y equipamiento escolar de los grandes almacenes. Cuando el Lidl vuelva a vender la plastificadora definitivamente el verano estará finiquitado. Personalmente vuelvo del viaje de novios con una larga lista de tareas por hacer y un regalito en cada cuarto de baño a modo de mancha en el techo. Genial, vamos. Eso y mi pelo, que ha sufrido las aguas duras del norte de España y vuelve como un estropajo de Nanax, enmarañado, fosco y pidiendo a gritos unas tijeras. Ah, y además hoy es mi cumpleaños, sí, como todos los años por estas fechas, qué cosas. Se ve que me estoy haciendo vieja, porque el regalo que más ilusión me hace es que alguien me dijera eso de "chati, tú vete a la peluquería y relájate que yo me encargo d