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Mostrando entradas de febrero, 2012

De esta manera

Como los caballos que trotan libres por las marismas de Doñana. Como los ciervos por los montes de los Picos de Aroche. Como los salmones nadando río arriba para desovar. Como los toros cuando salen de toriles. Como los que participan en el concurso ese en el que se corre colina abajo tras un queso. Como los bisontes de Bailando con lobos. Así. Así voy a salir mañana del trabajo, a disfrutar de mi puente. Visualizadlo, que yo ya lo hago.

Una de dos

Hay dos tipos de maestros. Uno, los que tenemos a nuestro cargo como tutores a un grupo de alumnos y dos, los que bien por ser especialistas en algo, o por tener otro cometido no tienen bajo su responsabilidad general ese grupito de alumnos. Para dummies, tutores y no tutores. Los tutores, como regalo, tenemos un aula que vamos adornando a gusto y en ese aula una maravillosa "mesa del profesor" donde, en un cajoncito y bajo llave guardamos nuestros tesoros. Como sé que mis tesoros os van a picar la curiosidad ahí van: Compresas del Mercadona, una caja de antihistamínicos y otra de ibuprofeno, crema de manos que me regaló Linarejitos (y que es la mejor reparando los daños de la tiza), cepillo de dientes y pasta, una caja de rotuladores, los justificantes médicos ordenados de todo este curso (de los alumnos)... Y las bolas, tazos y muñequitos que requiso a los que juegan cuando no toca. Encima de mi mesa, mis libros, mis papeles y una eterna botella de agua, porque para un maes

Dress Code para maestras (y maestros)

En cada trabajo, nos guste o no, siempre requiere de cierta etiqueta en el vestir que tiene su razón de ser. Desde el calzado de seguridad en ciertos empleos, hasta la fálda lápiz de una azafata, las posibilidades son tantas como puestos de trabajo. Y para los maestros y maestras no va a ser menos. En los colegios no tenemos, al menos en los colegios públicos, directrices acerca de lo que es adecuado o no ponerse y cada uno se rige por lo que considera bonito, cómodo o adecuado, con algún que otro desacierto. Tuvimos para el examen oral de las oposiciones unas recomendaciones, sí; de hecho el estilismo de las oposiciones donde me saqué la plaza estaba más estudiado que el del día de mi boda. Recuerdo aquella compañera que, en una guardia de recreo, me pidió que atiendiese a su alumno porque ella no podía "con la minifalda y los tacones". Así que como primera regla, obvia, en un colegio tenemos que vestirnos con la suficiente comodidad como para cumplir con nuestro cometid

Cosas, y cosas

Cosas que me sientan estupendamente Los pantalones estrechos. Pero sin pasarse, como todo. Los escotes, aunque los uso muy poco, porque no me gusta que me miren ahí. Los colores vivos, como el rojo, el amarillo, el naranja... Y el negro. Las faldas de largo por debajo de la rodilla, con tacón, obviamente. El corte imperio. Vestidos cortados al bies. Las chupas de cuero. Las biker, vaya, si me tengo que poner en plan fashionista me pongo. Cosas que me sientan como diseñadas por el enemigo Los pantalones amplios. El escote palabra de honor. Las camisetas estrechas, con el cuello a la caja. Algunas americanas, y mira que me gustan, y me las pongo... Pero mi estrechez de hombros y las protuberancias delanteras... Los tonos pastel, los marrones... Las minis minis. Los jerseys muy gruesos y pegados al cuerpo (¿Hay alguien a quien favorezca eso?). Y he de decir que he llegado a estas conclusiones tras una vida de aciertos y desaciertos estilísticos. Y lo que me queda.

Sin escape

Una de las cosas que más me gusta de mi trabajo es el contacto con la gente. Con los niños y sus familias. Me gusta que las mamás y los papás me cuenten qué tal en casa, y a mi contarles qué tal el cole. No tardo mucho, a la entrada o a la salida de las clases pararme un momentito, y decir que fulanito aha estado muy inquieto, o que menganita se está esforzando más que de costumbre. Y la clave está en el "no tardo mucho". Porque si bien para las mamás soy la persona con la que sus hijos pasan unas cuantas horas al día, ellos no deberían olvidar que para mi es mi trabajo, y mi vida profesional acaba cuando sus hijos salen por la puerta del aula. Porque tengo un padre pesado. Ojo, que el hombre en sí es muy agradable, quiere con locura a su hija, se interesa por ella y pienso su mujer y él están haciendo una labor fantástica con la nena. Pero es un pesado. Y cuando me lo veo venir a las dos, cuando estoy recogiendo mis cosas para irme a casa, tiemblo. Tiemblo porque no

Me siento rejuvenecer

Hoy es San Valentín. Esa fecha en la que algunos desafortunados reciben uno de los pocos detalles de su pareja en el año. Y otros pocos, más desafortunados aún, no reciben nada bajo el argumento (no me meto en si es acertado o no) de que es un invento de los centros comerciales para vender, y se quedan con las ganas de tener un detallito. Porque no hay nada peor que tener una pareja tacaña. Bueno, sí que hay algo peor, pero un tacaño al lado resulta tristísimo. Pues esta mañana, cuando he llegado al trabajo, al colegio, un par de compañeras estaban pasando revista de quién venía con un toque rojo y quien no, recibiendocada prenda de vestir encarnada con el grito de -¡Estás enamoradoooooo!. De un plumazo me he sentido rejuveneciendo casi treinta años. Tiene tela.

Menuda semanita

La semana en la que estamos la voy a terminar oficialmente el viernes, no el domingo, por la cuenta que me trae. Y por intensa. Porque vaya tela. En lo personal: Mucha gente alrededor enferma, alguna gente muy enferma, malas noticias y virgencita que me quede como estoy. Comí el miércoles con cuñado mayor y nos echamos unas risas, como punto bueno. Otro punto bueno el ratito de viernes tarde con una amiga. En lo profesional: Una semana cargadísima de trabajo. Pero a tope. Con lo mío, lo que me eché encima de las espaldas voluntariamente y lo que me tuve que cargar porque dos personas de mi trabajo han dejado de hacer correctamente su parte. Bien por ellos. Porque me han descalabrado la organización de mi trabajo y porque me han demostrado que hacerse la víctima es un arma estupenda a esgrimir, al menos para algunos. Así que este fin de semana de renovación porque la semana que viene promete ser igual de dura. Las reflexiones, esta vez, las dejo para el lunes. Por ahora

Con ese rollo te vas a convencer a otra, chavalote

Hace unos años un amigo y yo hablábamos de una serie que nos gustaba. De un personaje de esa serie. De un personaje femenino interpretado por una actriz gorda. Gordísima. Le comentaba que, en una temporada concreta de esa serie, la actriz se había puesto todavía más gorda. Y él me comentaba que tampoco tenía nada de malo, que él la veía monísima, que a él le gustaban gorditas, que nuestra amiga común X, gorda (dejémonos de eufemismos para este tipo de cosas), le parecía físicamente rayando en la perfección, precisamente por sus carnes. Eso, y una oda a la carne, me soltó. Este amigo, cuando le dije que a mi la gordura me parecía fea, especialmente fea, cuando la gente gorda se bamboleaba al andar, que no es estético ni mucho menos sano, que nadie, pudiendo elegir, quiere estar gordo... Este amigo, repito, se mostró ofendidísimo ante mi "superficialidad" y mi incapacidad para "valorar a las personas por su interior". Pues la novia que se echó, delgada. Delgad

A mi me hace falta un yoyó

Hoy he estirado el lunes bastante más allá de lo que pensé que se podía estirar. Por la mañana he tirado del carro con los peques, intentando que el tedio de lunes no los dejase sin avanzar; ninguna heroicidad, como todos los días. Los niños han avanzado lo justo; ninguna novedad, lo de todos los días. He recibido, por teléfono, una mala noticia tras otra. Ya os vale. He subido y bajado escaleras, llamado a mamás de niños que se habían puesto enfermos para que viniesen a buscarlos y he visto, impotente, cómo un crío de seis años caía de bruces y se abría la cabeza a escasos cinco metros de mí. Conseguí llevarlo al botiquín entre palabras tranquilizadoras ignorando el hecho de que chorreaba sangre, y que a mi esas cosas suelen marearme. Para más disfrute, durante toda la mañana me han tosido encima y durante el recreo alguien con una dieta Dukan muy estricta me ha estado hablando. Y yo oliendo. Conseguí colocarme a contraviento, con mucho trabajo. Pero el mal ya estaba hecho. Os

Y seguimos la carrera de fondo

La semana que hoy termina se me ha pasado tremendamente lenta. Mucho trabajo, mucho que hacer, días en los que he hecho muchas cosas y días en los que no he sido capaz de hacer casi nada de lo que me propuse. En lo laboral ha sido la semana de las anécdotas, y he aprendido que: Alguno de mis alumnos no se aprendió lo de los meses del año, como Danielito. - Hoy es martes, 31 de enero de 2012. - Y mañana 32. - Eso, solo me faltaba estirar un día más el sueldo. Otros alumnos son un poco duros de oído. - Sabéis lo que es una encina, ¿verdad? - ¡Sí!, ¡un dolor de pecho muy peligroso! Y he aprendido que mi alumna de prácticas tiene muchos talentos ocultos. Salí a hacer pis y al volver me la encontré quitándole un diente a P, que se había quedado flojo y molestaba al chiquillo. Además, la gripe ha atacado fuerte a mis alumnos y han caído enfermos todos, menos uno, por el que no doy un duro esta semana. De hecho, me sorprende haber llegado yo medianamente sana al viernes.  Y m