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Mostrando entradas de septiembre, 2012

Tenemos personaje

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Los dos últimos cursos, Danielito nos amenizó las semanas con su desparpajo. Y le echamos y echaremos de menos. Sin embargo, y pese a que hubo un momento en el que me temí una clase llena de niños planos, ya puedo anunciar con orgullo que un personajillo se está ganando mi interés. En Educación para la ciudadanía, esa asignatura que parece tan horrible a alguna gente, hemos hablado de lo que es la identidad personal, aquello que nos define. Una, que es muy así, pidió a los chavales que hablasen de sí mismos, de cómo eran y cómo se veían. Y me encuentro con esto. Tenemos personaje, tenemos al Chico Sexy.

Rascando la superficie

En mi clase, este año, me hacaído un trabajazo que no me esperaba. Una, que es muy ilusa, y piensa que unos niños de diez años, en quinto de primaria, son capaces de copiar la página y el número de ejercicios de matemáticas (tres, para los curiosos) que mando para casa. Pues no. Y los días y la horas de clase son un suceder de niños y niñas con los pocos deberes que mando sin hacer acostumbrados, por lo que veo, a un "no pasa nada". Sentido de la responsabilidad cero. Y si nos quedásemos en eso, todavía tendría un pase. Estos niños, de diez años, no escriben de forma autónoma en el cuaderno. Quiero decir, abren el cuadernillo y saben que donde haya hueco ahí se escribe, pero se saltan renglones, no respetan los márgenes,  tienen una letra indescifrable en algunos casos... Y aquí me veo, frente a 21 chicos que en año y pico han de ser despachados al instituto y que son incapaces de autocorregirse un dictado de tres líneas. Y me hallo desesperada. Porque a mi, que

Amor canalla

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Mira que nos gusta a las mujeres enamorarnos de un canalla. O eso parece. Y es que ahora está muy de moda un tal Señor Grey que, por lo que he leído, le pone mucho y se siente estupendamente cuando le da una buena somanta de palos a su novia, a su sumisa. Y mire usted, yo no le veo la gracia a que mi novio/marido me ponga el culo como si de un mandril se tratase a basa de correazos. Con este trilogía de libros tengo yo un problema. Problema porque me cuesta llamar literatura erótica a esto habiendo leído a Nabokov, por poner solamente un ejemplo. Problema porque el protagonista me parece un tío que debería hacérselo ver en un psiquiátrico; y ella, de paso, también. Y problema, por último, porque me resulta alucinante y acojonante que tanta cantidad de mujeres del mundo suspiren por un pavo que decide qué ropa lleva, qué come, cuándo habla... Su señora novia/esposa. Y oye, que soy una mujer, y el amor canalla en su momento también me tiró mucho. Será que yo soy más ligth... Que a

Escuela privada- Escuela pública

Con esta política que tienen los colegios de dejar a los padres lo más lejos posible de sus retoños, que tiene su parte lógica y su parte ilógica, papis y mamis de mi tutoría me han mandado notas agradables pidiéndome una cita para conocerle. Supongo que los chicos ya le han dicho lo propio, pero es normal que si dejas a tu hijo de diez años cinco horas con otra persona te apetezca, cuando menos, verle el careto. A mi el contacto con las familias no solamente me gusta, sino que me parece fundamental muchas veces para conocer bien al crío. Porque aunque lo de "de tal palo..." no siempre se cumple, papi y mami dan muchas pistas de cómo es el retoño y por qué se comporta de cierta forma. El lunes pasado por la tarde vino una mamá preocupada. Preocupada porque el niño es nuevo en el cole y viene de un privado privadísimo. Y mamá preocupada me vino, literalmente, con una lista de cosas para preguntarme. Y comenzó el interrogatorio. Que a ver, el tema estuvo muy requeteb

¿Aquí la gente no se quiere?

Mi compañera de trabajo de este año, esa persona con la que he de coordinarme en el trabajo para todo, es mi alma gemela en pedagogía. No me pasaba esto desde... Desde... Nunca. Como yo soy nueva, y ella lleva su buena tira de años en el colegio le hago preguntas de todo lo que me llama la atención; como, por ejemplo, de la tremenda proporción de niños cuyos padres están divorciados y, según cuentan los mismos críos, en plena batalla campal (que lleva durando unos años). Una, que ha pasado en estos años por muchos, muchos colegios, se pregunta qué tiene de especial en la zona para que esto ocurra. - Compi-le dije el otro día- ¿Qué pasa en este Centro que está todo el mundo divorciado? - Pues chica, no lo sé, yo antes lo veía normal, pero cuando hablo con compañeras de otros colegios me cuentan que no es así, que en esta zona se da más, y no sabemos por qué.  Acto seguido, mi compañera me detalla unos cuantos casos muy desagradables que tienen que ver con chicos de nuestras tut

Los niños de mi clase

Este curso doy clase en un aula gigante. El curso pasado mis alumnos pequeños se daban codazos entre esas mesitas medio amontonadas. Este curso tengo más de tres metros entre la última fila de mesas y la pared gigantesca donde caben tres paneles grandes de corcho. Mi clase tiene cuatro ventanas que nos ahorran lo de encender la luz apenas avanza la mañana y, más allá de la pista de baloncesto, podemos ver un pinar. Y mucho cielo, que es lo que a mi me gusta. Cada mañana, veintiún pares de ojos me observan mientras doy las instrucciones. Nos estamos adaptando, ellos a mi y yo a ellos. A esos niños extraños a los que no conozco y a los que en apenas una semana he comenzado a coger cariño. Pero, por los pasillos, echo de menos a Danielito. Y a los demás. Mi clase pertenece a un colegio situado en una zona a la que la crisis aún no ha llegado del todo. Algunos papás y mamás se empiezan a quedar en paro, cuando otros llevan años en esa situación. Mis niños llevan ropita a la moda, n

Yo no tengo prejuicios, me los metéis vosotros en la cabeza

Sabido por todos en twitter es que he vuelto a apuntarme al gimnasio. Pero esta vez el recuerdo del bodypump, del aerobic y de las clases de step era demasiado poderoso y me he apuntado a uno de los tres gimnasios megachachis que hay en mi ciudad. Hace cosa de un mes hablaba con mi amigo M de los gimnasios. M acude al gimnasio del barrio, porque le viene bien, porque él va a lo que va y porque por naturaleza es de esos hombres que necesitan de un piso adaptado para minusválidos porque no cabe por las puertas normales. Como él dice, mejor gimnasio y currarse que todo ese volumen en grasa. Así que con mi amigo M no se mete ni Dios. A mi amigo M le gustaba una muchacha. La morenita. La morenita le puso ojitos y le insinuó que se cambiase del gimnasio de barrio al megachachi al que ella iba, distinto al que he elegido yo. Así que allí se plantó mi amigo M y sus ciento treinta y tantos kilos de masa muscular a ver el gimnasio qué tal. Y decidió que pasaba del gimnasio y de la morenita.