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Mostrando entradas de octubre, 2006

De la belleza y otras desgracias

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A mi la serie que más me gusta (con la calidad de los actores me niego a llamarlo culebrón) es Betty la fea, la colombiana, la original. Me la tragué a saltos en su día y me perdí precisamente el final, por tener un horario de trabajo rozando en el absurdo. Ahora, por los milagros de este bendito internet, me la estoy tragando entera, enterita. De hecho, me pongo antes el episodio de la betty que el de Lost, incluso antes que el de Anatomía de Grey. Y es que betty somos todas. Puedes haber nacido la más agraciada de las mujeres, que siempre habrá un día (la frecuencia dependerá del estado de ánimo) en que nos miremos al espejo y nos sintamos como betty, pero además gordas. Cuando estaba dejando atrás la adolescencia y perdí los kilos que me dieron las hormonas, mientras mis amigas insistían en no lavarse el pelo todos los días (Cochina! si se te ensucia todos los días habrá que lavarlo todos los días), tenían granos en la cara y un gusto cutre en el vestir fruto de no éstudiarse cada r

Muerte neuronal

Que estar pendiente de las cosas "del corazón" causa bobez e imbecilidad nadie que tenga dos dedos de frente tiene duda alguna. De lo que yo no tenía ni idea es con la rapidez que sobreviene la involución cognitiva. Andaba yo hace unos momentos tomándome un yogur de macedonia en el descanso de la tarde de estudio y me pongo a leer un articulillo cutre en Terra acerca de lo de la Operación Malaya, la Pantoja y el del bigote. Que si lo dejan, que si no, que si tal... Y se me cae el yogurcito de la cuchara, encima de la sudadera... Alaaaa. Éstos son los efectos, una bobez repentina, espero que también reversible. Por favor, que pongan Redes a una hora más normal.

Nómadas

Para mí nunca fueron nómadas, eran culillos de mal asiento. Cuando veía a la gente todo el día recorriendo el mundo, cada semana en un lugar, cada año cambiando de lugar de trabajo... yo siempre pensaba que había gente que era culillo de mal asiento. Cuando este verano conocí a los compañeros del curso "Iniciación a la enseñanza de español como lengua extranjera" y la gente me contaba sus planes: Italia, Croacia, Barcelona... yo iba procesando todo aquello y me di cuenta de que esta gente tiene un espíritu nómada. Toda tu vida metida en una maleta y a recorrer caminos, a acumular experiencias. Una vida nómada, como la vie bohème de la canción. Y nunca pensé, hasta hace un momento que lo pudiera tener tan cerca, mi camino, mi experiencia nómada. La bolsa de trabajo que eché para las Islas Afortunadas hay días que corre que se las pela y, según por qué islas, y según para qué contratos, tengo a muy poquita gente por delante. Como sigan así de bien las cosas (para los llamamient

Terror en el hipermercado

La tarde estaba tan, tan aburrida que lo único que se me ocurrió hacer fue ir hasta el supermercado. Mi fanta ligth se ha acabado y no puedo pasar sin ella. No es lo mismo para mi línea picar entre horas una lata de refresco de 5 Kcal que hartarme a roscos y chocolate Nestlé como hice el año pasado. Así me fue. Así que me ducho, me visto y me pinto medianamente: es el súper de mi zona y me encuentro fijo con alguien que conozco. Además, he de reconocer que ya no estoy para ir con la cara lavada a casi ningún sitio. No me equivoco, nada más llegar me encuentro con la hermana de mi tía. Durante los saludos de rigor los veo por el rabillo del ojo: Esteban y Sara. Llavaré como 10 años sin verla a ella, y qué estropeada la encuentro. Recuerdo que le sacaba yo como 4 años y ahora parece que me lleve 10. Y la nariz se le ha alargado, qué horror. A Esteban lo veo de espaldas. A él lo vi hace unos meses, ha adelgazado, pero sigue siendo un hortera. ¿Será posible? ¿Qué le he hecho yo a esta tía

Malo... malo...

Cuando me noto la garganta rara, malo. Cuando, además, no me apetece enfriarme, malo. Cuando después de todo eso echo otra manta en la cama, malo. Pero lo que puede ser indicativo fiabilísimo de que me he resfriado es que no me apetezca ni desmaquillarme como debe ser, ni mucho menos echarme el tónico en la cama y luego encremarme. Malo malísimo. Miara que soy rara. Veremos a ver mañana, cómo amanezco.

En un metro cuadrado

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Cuando estaba abierto "Nuevas galerías", durante un tiempo en Huelva era el único sitio donde se podía comprar Levi's. Y eso, cuando eres preadolescente es algo muy importante. Recuerdo que cuando ibas allí más te valía coger los vaqueros y mirártelos en casa. No sé cómo estaban hechos aquellos probadores que te veías paticorta y con bastantes kilos de más, mientras que en casa mirabas los pantalones y eran los pantalones de tu vida. Recuerdo que, cuando pusieron Blanco y Mango fue el gran acontecimiento. Ahora me van a poner un Sfera y siento la misma alegría de antaño, aunque ya casi nadie parece acordarse de cuando la gente joven no tenía una sóla tienda en la que vestirse. De todas las tiendas lo que me incomoda más es el probador. Amplios y cómodos los del Zara del Aqualon. Insuficientes los del Zara del centro, absurdos los de la planta de arriba. Para gente sin complejos los del Berska del Aqualon (no hay forma de cerrar las cortinas), enanos para talla 34 los del

Cultura Vogue y coeducación

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Ayer, muy impresionada por la peli de la señora esta del corte de pelo bob renovado en gris (véase la foto), le comento a mi cuñada vía messenger que la peli está genial y bla bla bla. Pero que mejor no la vea con su marido, que no va a pillar nada. Por ejemplo, digo, cuando ella dice : ¡Y recógeme mis Blahnik!. Tú lo captas, pero Carlos no. Mi cuñada responde que ni idea. Pero... sabrás al menos lo que son unos Jimmy Choo, ¿no? pregunto esperanzada. Em... tampoco. Y de pronto se hace la luz. Veo con claridad qué diferencia a las mujeres prácticas de ciencias con los animales extraños que salían al pasillo en magisterio durante el cambio de clase con el bolso colgando. Bueno, algunas no eran precisamente un ejemplo de buen gusto. En definitiva, que en ese momento empecé a vislumbrar por qué en geología me llamaban "la pija" (previo a las Spice) y con el mismo vestuario en magisterio fui "la jipi" durante el resto del tiempo. Ahora, la sorpresa de la tarde viene de m

Si el diablo viste de Prada los demonios lo hacen en Zara

Ayer me vi la peli "El diablo viste de Prada". Y saqué varias conclusiones. 1) No me pinto los ojos lo suficiente. 2) Si tener la 38 es estar gorda, yo con mi recién estrenada 40 estoy hecha una vaca. 3) Llevo el pelo horrible. 4) Sí que molan las uñas de las manos en negro. 5) No me gusta mi ropa. Lo quiero todo en negro, negro, negro. Así que me puse directamente manos a la obra. Me retoqué la manicura. Y tal como terminó la película salí pitando a la peluquería con la cara pintada como una puerta. Y luego dicen que cuando somos adultos el cine no nos influencia. Y una mierda. Eso sí, la protagonista es una papanatas. Su jefa no era tan mala. Eso lo dice porque no conoció a la mía. Mañana mismo empiezo (o prosigo) la renovación profunda de todo mi vestuario.

¿Diesel o gasolina?

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Ronroneo como una gata delante del escaparate de la Honda. Tienen un nuevo civic, en negro. Lleva mi nombre y alguien que no sea yo lo comprará. Mierda de paro. Mi novio me pasea por la ciudad, vamos camino a casa y nos cruzamos con los niñatos de siempre del ferrari. Es que Huelva es muy chica y encima los del ferrari son unos catetos hijos de (hijos de los de una inmobiliaria)que sacan el coche los fines de semana y puentes para fardar por las zonas de marcha o dejarlo en doble fila delante del Molly Malone en Pablo Rada. Anda que si yo me hubiera gastado esa cantidad indecente de kilos lo iba a dejar aparcado en doble fila. Para dos aficionados como nosotros a la fórmula uno al principio cruzarnos con el ferrari era todo un acontecimiento. Hoy me dice mi chico: el otro día se me páró al lado un lamborghini y cómo sonaba, niña. Y acto seguido se pone a hacerme la onomatopeya del lamborghini. Lamborghini al ralentí, lamborguini acelerando... No sabía que había un lamborghini por Huelv

Camino a la felicidad

Tengo una vecina. Mi vecina tiene tres hijos, un novio y un exmarido. Cuando el marido cambió su estatus por el de exmarido a todos nos cogió por sorpresa. Tere se ha separado, se comentaba en los corrillos del ascensor. Pero nadie sabia por qué, ni un grito se escuchó, ni una palea, nada. Y eso, en mi vecindario es muy difícil de disimular. Nos enteramos de cuando el del primero echa el kiki con su mujer, nos enteramos de cuando el niño del tercero ensaya la flauta para el colegio (niño, p'a artista no vas), nos enteramos de cuando la del segundo pilló a su marido viendo porno codificado una madrugada. Pero del motivo por el que la del cuarto se separó, ni una pista. Poco tiempo después, y con tres niños al cargo, la veíamos feliz. Cuando conoció al nuevo novio, un hombre tranquilo que a las seis de la mañana ya está desayunando, igual que ella, sin dar un ruido, la vimos aún más feliz. Hasta esta mañana nunca me planteé los motivos de la felicidad de la vecina. Esta mañana mi mad

Bomberos y yogures

En mi casa entró el virus hace ya una semana. Lo trajo mi madre, como regalo anónimo y compartió su gastroenteritis con quien tuvo más cerca. Conmigo, evidentemente. Amor de madre. Un virus que te tumba, te da fiebre, te hace querer dormitar en pleno cuarto de baño. Días sin comer. Ni ganas. Mi madre, de naturaleza glotona, después de 4 días sin tomar sólidos se enfrenta a su primer yogur. Fresa con trocitos que flotan en un yogur con extra de nata, sabroso y cremoso. Mientras, en la tele, delante de mis ojos abiertos como platos de sopa fría Matías Prat me enseña en la ventana al mundo que mi primo es bombero, pero que no está tan bueno como los de Bilbao. Que me han hecho un calendario. ¿Se comprará online?. Uno tras otro veo el resultado del arduo trabajo levantando mangueras y salvando a doncellas de casas en llamas: anchas espaldas, abdominales imposibles... La foto final, una larga fila de muchachotes luciendo la parte posterior de sus cuerpos coincide con el momento en que mi ma

Pintura de uñas y choque generacional

Esta mañana, mi madre y yo nos plantamos en El Corte Inglés. En el estand de Chanel, mi madre prueba diferentes eye liner (se pronuncia como se lee) mientras que yo, juguetona, me pruebo la pintura de uñas que me ha llamado la atención: negra. Es negra. No es rojo oscuro, no es el rouge noir que tanto se vende desde hace unos años, no es burdeos intenso. No. Es negra. Miro alucinada el efecto de la uña negra en mi mano blanca. En esa mano que no prueba el sol desde principios de agosto, aquél día que llegué a la playa a las 7 de la tarde y me paré en el chiringuito a merendar. Mi madre, muy generosa ella, me da su opinión de forma gratuíta: Es horrible. Chabacano. - Pues a mí me gusta-pienso. Pero suelto algo muy diferente:- pues a mí no me gusta que lleves los ojos siempre pintados de azul y me callo. Mosqueo. Evidentemente. Por parte de mi madre, evidentemente. Dos horas y un cotilleo en la sección de zapatería después me decido. Que sí, que me gusta el negro. Que me lo llevo. Pero l