De la belleza y otras desgracias
A mi la serie que más me gusta (con la calidad de los actores me niego a llamarlo culebrón) es Betty la fea, la colombiana, la original. Me la tragué a saltos en su día y me perdí precisamente el final, por tener un horario de trabajo rozando en el absurdo. Ahora, por los milagros de este bendito internet, me la estoy tragando entera, enterita. De hecho, me pongo antes el episodio de la betty que el de Lost, incluso antes que el de Anatomía de Grey. Y es que betty somos todas. Puedes haber nacido la más agraciada de las mujeres, que siempre habrá un día (la frecuencia dependerá del estado de ánimo) en que nos miremos al espejo y nos sintamos como betty, pero además gordas. Cuando estaba dejando atrás la adolescencia y perdí los kilos que me dieron las hormonas, mientras mis amigas insistían en no lavarse el pelo todos los días (Cochina! si se te ensucia todos los días habrá que lavarlo todos los días), tenían granos en la cara y un gusto cutre en el vestir fruto de no éstudiarse cada r