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Mostrando entradas de septiembre, 2015

Mi alumno, el raro

Todos conocemos a alguien que es muy raro. - Ains, oye, Fulanito, qué raro es.- Decimos. Pues bien, quizá os suene raro pero ese adulto raro que conocéis, de niño, era también un raro. Quiero decir, uno no es un niño normal, feliz de mancharse los pantalones tirándose al suelo en la plaza y sufre una metamorfosis durante la adolescencia que los convierte en el adulto raro que tenéis en la familia, o como compañero de trabajo. El raro nace, no se hace. Y yo, señores, tengo un niño raro en mi clase. Reflexionaba yo, idealizando, acerca de esto durante el verano pasado (verano que me he tirado poniéndome morena en la playa, bañándome en el mar y lamiendo mis heridas como he podido, mal que le pese a algunos), e intentaba autoconvencerme de que no hay niños raros, y tal. Pues el diez de septiembre, cinco minutos antes de las nueve de la mañana, mi alumno vino a dejarme claro que el sobrenombre que le tengo puesto no es nada despectivo, sino justo y acertado. Para mi alivio, todo

Es de bien nacidos ser agradecidos

Hoy una compañera de trabajo me ha preguntado si tengo hijos. Luego, la edad. Luego me ha puesto cara de pena. Yo he levantado una ceja. Acto seguido me ha dicho con la mano en el pecho que no me agobie, porque alguien que conoce tuvo hijos a los cuarenta. Hijos sanos, me aclaró. Gracias por tu apoyo. De verdad. ZORRA.

Mamá gallina no te quiso (desde el principio)

Vamos a partir de que mi cole (este en el que es el cuarto año en que trabajo) es guay. Guay de los que molan. Guay de los que te dejan organizar todo tipo de cosas pedagógicas y lúdicas y en vez de problemas te dan facilidades. Y no hacen preguntas cuando te ven saliendo con 28 chavales a ver un eclipse de sol. Y guay de los que te sueltan una clase complicada a voz de "hemos pensado en ti, sabemos que eres la ideal para esto" y te hacen un encarguito. Así que cuando me soltaron la clase de Doña Pellizquitos puse todo de mi parte. Doña Pellizquitos tiene ocho años, una piel que enamora y fascinación por las princesas Disney. Su favorita es La bella durmiente, por estética, pero las canciones de La bella y la bestia le gustan mucho, mucho, mucho. Tampoco le hace ascos a Frozen, pero la sacas del "Libre soy" y pasa un poco. Doña Pellizquitos tiene la piel delicada (y es tremendamente presumida), así que cuando yo me echo crema de manos le tengo que echar

Dress code de boda para Dummies (O cómo saber qué te pones para ir a una boda si eres un inútil del estilismo)

Yo el otro día fui de boda. Que la boda fuera entre dos chicos y me tocara sentarme en la mesa homófoba es otra historia que algún día tengo que contar. Pero iba vestida divinamente. Tanto que un grupo de invitados me montó un club de fans porque "te he visto en la tele, en un progama de cante o de modas" y cuando lo negué pensaron que la estrella quería pasar desapercibida. Modas, en plural. Y prometo que mi sofisticación era de muchas temporadas atrás de Zara, Uterque, y Membur. Nada nuevo bajo el sol. En la boda hice muchas fotos y si bien posé con mi tocado prestado en algunas de ellas, la mayor parte tuvo como objetivo plasmar los estilismos ajenos y mandárselos a mis amigas en un grupo de guasap. Ellas hacían la croqueta, mientras que yo no salía de mi estupor. De toda la sabiduría que acumulé ese día nace este post (los lectores avispados pueden hacer la interpretación entre líneas e intuir mi sufrimiento). - Si eres un hombre, y se te ven los dedos de los pies