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Mostrando entradas de septiembre, 2010

No soy la misma

Este curso, cuando suena el despertador, me cuesta la misma vida levantarme. A mi, que soy de las que se tiran de la cama abajo en cuanto suena la alarma. He sustituido mi Nesquick de toda la vida por un cafelito de la Nespresso con leche condensada. No sé si influye en que el trayecto hasta el cole es más corto que otros años, pero el curso anterior llegaba totalmente despejada al cole y ahora cuando estoy fichando me entran ganas de volverme a casa y meterme en la cama. Las uñas no me las pinto desde ya ni recuerdo, porque por las tardes duermo, ya que estoy agotada, o preparo fichas y materiales para mis niños. Si lo unimos a que he estado mala (todavía tengo una tos tremenda) pues os podéis hacer una idea. Por las mañanas la ropa la elijo por la comodidad porque este año en mi jornada laboral canto, bailo, me muevo y estoy muchísimo tiempo de pie y andando por la clase, hasta que me rindo, me siento y reparto la plasti. Es literalmente imposible seguirle el ritmo a mis chavalines

Haciendo las cosas con ganas

Mi R es una monería de niño. Regordete como solamente se puede estar a los seis años, guapetón y con carita de sueño por las mañanas. Me habla con la Z y es el mismo que el otro día me dijo eso de "eztoy canzaízimo". Yo siempre tengo la costumbre de decirle a mis niños, esté en el curso que esté, que hay que hacer las cosas lo mejor posible dentro de nuestras posibilidades. Que al cole vamos a aprender y que si no salen bien las cosas a la primera pues no pasa nada, que nos esforzamos más y punto pelota. Mi R, que es más listo que el hambre y me tiene ganaíta, me trae el libro y, viendo que echaba mano de la goma para mandarle repetir una cosa, me suelta: - Maeztra, yo lo he hecho to lo mejó que me ha zalío, azín con gana, de verdá, lo mejó que me zalía. ¿Quién le borra nada al pobre con semejante argumento?

Lunes de finales de septiembre, tengo sueño, como siempre

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Después de diez días enferma, de haberme pasado el fin de semana dormitando en el sofá y la cama, con el lunes llega la cruda realidad de tener que irme al trabajo, me encuentre o no recuperada. Hoy, además, me toca quedarme por la tarde (los maestros echamos una tarde a la semana, ¿no lo sabíais?) y tener una maravillosa reunión de padres a última hora de la tarde. La hora de retorno a casa prevista serán las ocho de la tarde. Doy saltos de alegría. Aprovechando que estoy más cerca que otros cursos voy a abstenerme de comer en el bar humos + fritanga y me vengo a casa de mi madre. Lo que me faltaba con esta tos es meterme en un bar de esos... A ver cómo se da el día, si soy capaz de aguantar bien hasta la tarde y no perder el buen humor (los lunes se me hace muy difícil). Pese a todo, la jornada laboral interminable no debe ser una excusa para ir a lo Longoria, así que toca ponerse manos a la obra y escoger algo cómodo, favorecedor y pasar por chapa y pintura, Que tengan buen

Poligamia

El viernes, a última hora, veo cómo discuten y ponen malas caras tres de mis alumnos, dos niñas y un niño. - A ver- me intereso- ¿qué os passa que tenéis esas caras?. - Es que éste no se decide de cuál de las dos es su novia. Vaya por dios. - Es que me gustan las dos, las dos son mi novia- Me suelta, suplicante. - Pues eso no puede ser, amor, novia solamente puedes tener una. porque lo de ser novios es para casarse y solamente te puedes casar con una, si no es poligamia y está muy feo. te tienes que decidir y la otra será solamente tu amiga, sin casarse, ni besos ni nada, ¿estamos? - Bueno, me lo pienso. Sí, al final se decidió por una, para mosqueo previsible de la otra.

Amor de madre

Para salir al recreo hacemos una fila. Más que nada, para dar la sensación de que somos una clase de chicos buenos, y no una manada de toros en estampida cuando salimos al patio. Esperando que suene el timbre saco de mi bolso un paquete de minibollicaos que me ha dado mi madre. - Ohhh, qué ricos.- Dice D. - Sí, me los ha dado mi madre, para que me los coma en el recreo- Le digo. - Qué suerte, qué madre más buena. - Sí, mi madre es buenísima, como todas las madres. - Pues la mía es malísima. - No me creo yo eso- le contesto. - Pues créetelo, porque me pega cada guantazo... Su madre es una madre de los '80, como la mía.

Qué ganas tengo...

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Tengo unas ganas tremendas de... ... ponerme buena al fin, aunque creo que me faltan unos días de pasarlo regular. ... de que mis niños en en cole empiecen a ser un poco más autónomos. ... poder retomar a la perra de la Wii. ... terminar de montar los muebles. ... y de comprarme unos pitillos rojos a lo Marant, aunque sean la versión de Zara.

Me han encontrado el punto débil, estoy perdida.

Estoy mala. He estado peor estos días atrás. Y los niños han estado... Pues como niños que son. Inquietos, revoltosos, ruidosos... Así que me puse, con mi voz ronca, mis pelos de loca y mi nariz congestionada, a "echar la bronca": - ¡Por favor!, ¿podéis bajar la voz? Que estoy intentando explicar una cosa y no me dejais, hay que ver, ¡bajad la voz, que si no no puedo...! Una me interrumpe y me duelta, con sus rizos rubios, con su nariz de bebé, con sus carnes redondas... - ¡Mira que vienes guapa hoy, maestra! Ale, pues me callo. Me han ganado.

Los lunes por la mañana me levanto sin ganas

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Sin ganas de nada, así estoy hoy. He pasado el fin de semana agonizando en el sofá con fiebre, dolor de oídos y de garganta. Menos mal que el domingo estuvo en casa el Señor X ("El Señor de las Guardias") porque pese a haber ido a urgencias el sábado por la mañana el domingo me levanté muchísimo peor. Anoche, viendo que la inflamación no bajaba con nada le rogué un buen chute y me inyectó la fórmula mágica de mis gargantas-bronquitis. A las cinco de la mañana me desperté y ¡oh, gloria bendita!, el dolor de garganta había desaparecido. Esto me hace encarar el día un poco más optimista que anoche, aunque sé que el día, y la semana, van a ser muy duros. Confío en que mis niños sean empáticos cuando les cuente que la seño está malita; una seño que tendrá que hacer concesiones con ellos y permitirles un poco más de libertad a cambio de no poder llamar la atención en voz alta. ¿Por qué no me quedo en casa hasta estar bien? Pues podría, pero mis niños llevan exactamente ci

Fuera de juego

La primera semana del curso con los niños es dura para cualquier maestro. Para quien, como yo, padece especialmente de la garganta, es especialmente difícil. Ya el miércoles me dí cuenta de que estaba tocada, pese a las botellas de agua, el ibuprofeno... Y la noche del viernes al sábado un terrible dolor de oídos me despertó de madrugada. A las ocho de la mañana del sábado cogí el coche y me fui a urgencias. ¿El diagnóstico? Pues el previsible, una otitis hasta el tímpano. Pero aunque haya empezado el tratamiento que me mandó la amable médico, hoy domingo me he levantado peor, porque lo de los oídos se me ha extendido a todo lo que tenía cerca. Me da que mañana mis nenes comienzan el partido con ventaja.

Soltando trolas (niños 2 - maestra 1, comienza la remontada)

Viernes, última hora. Los niños hartos de mí. Yo harta de ellos. Ellos hartos de las sillas, las fichas, las paredes... Y hasta de la plasti. De pronto se nubla y uno me pregunta, con su boca mellada. - Maestra, ¿es todavía de día, es por la tarde, se hace de noche...? - No, cielo, es de día, todavía no has ido a comer, es que se ha nublado. - ¡Mirad todos por las ventanas!- Digo en voz alta y milagrosamente me echan cuenta casi todos- Esas nubes que veis de color gris-azul son... ¡UNA TORMENTA! - Ooooohhhh - Y si estáis muy calladitos - doy dramatismo bajando la voz - vamos a poder escuchar los truenos. - Ooohhhh - ¡Cállate, P, que vamos a escuchar los truenos! - Dice uno... - ¡Ey, habla flojito, que si no no se escucha la tormenta! - Dice otro. Ha funcionado. GOL.

Dejà vu

Cuando estoy en el trabajo, y me fijo en el ambiente en general, en la forma de tratarse entre los compañeros, las formas de hablarse y de mostrar los desacuerdos invariablemente tengo un Dejà vu. Peleas, gritos, descalificaciones, rencillas infantiles... ¿Dónde he visto yo esto? ¡Ah, sí! ¡En Sálvame!.

Rindiéndome (niños 2-maestra 0)

A veces no puedo más. No puedo seguirles el ritmo a estas criaturas que me piden que esté todo el día cantando canciones, bailando y haciendo cosas divertidas. Me rodea un corro de niños. - ¡Maestra, maestra, maestra!- Me dicen todos a la vez, mientras me tocan diferentes partes del cuerpo para llamar la atención. Y tocan lo que pillan, sí. - A ver, por favor, ¡que no os puedo atender a todos a la vez!, pero... ¿Vosotros cuántas maestras veis? - ¡Unaaaaa!- me dicen a coro. - ¿Y vosotros cuántos sois? A ver, contaos. - Uno, dooooos, treeeeeeeeeees, cuatrooooo... ¡Once! - Pues si me habláis los once a la vez me va a explotar la cabeza así, ¡PUM! Se parten de risa y, acto seguido, vuelven a la carga. - ¡Maestra, maestra, maestra! Los despacho y me viene uno que tiene una cara redondita y carnosa, de esas que achucharías horas. - Maeztra, eztoy canzadízimo. Lo miro ya con ojos vidriosos y, por fin, me rindo. - Reparte la plasti- Le digo. Me han metido otro gol y est

Sin energía (Niños 1, maestra 0)

Desde el lunes, cuando llego a casa (llevo dos días y me parecen dos años), soy carne de sofá. Los niños me tienen literalmente agotada. Tengo bajo mi "mando" veintiséis niños y niñas que tienen seis años, aunque muchos ni los han cumplido todavía, mucha energía y muchas ganas de moverse. Y me tienen agotada. Y aunque hoy ya me ha soltado uno eso de: - Maestra, qué guapa vienes hoy. Yo termino invariablemente a las dos de la tarde con cara y pelos de loca. Tengo dos que se comen compulsivamente los mocos, así que como decía alguien en un comentario sí, hay algunos niños cuya base alimentaria son mocos. Tengo una que no habla, lietralmente, y otro que nunca ha oído hablar de números o letras. Tengo la típica comilona, tengo a la versión masculina de Hermione Granger (¡baja la mano, niño, leñe!), la rubia buenaza, el graciosillo y los típicos vaguetes. Hoy, a la salida, he sacado a uno de la mano, buscando al padre, aunque me he encontrado con un hermano que le

Segundo lunes de septiembre, madrugando como siempre

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Desde que soy una maruja me doy cuenta de que prefiero levantarme temprano y hacer algo en la casa antes de irme a trabajar que quedarme hasta tarde, por ejemplo, recogiendo la cocina. Supongo que para pesar de los vecinos que han de soportar la lavadora a las siete de la mañana (supongo que cuando tengan la decencia de no pelear a gritos de madrugada quizá me corte un poco con la primera lavadora del día). Aunque el viernes tuve la primera toma de contacto con los alumnos, tan solo me vino la mitad de la clase. Las fiestas y pensar que era muy poco tiempo para ser el primer día hicieron que muchos niños se quedasen en casa. Así que hoy me los quedo, a los 26, las cinco horas del tirón. Llevo fichas para colorear, de los números, de los días de la semana, de las letras... Y preparados en mi cabeza juegos y canciones. También una apuesta conmigo misma de a ver a qué hora les suelto la plastilina, porque seguro que cae. Ya que va a ser la primera semana completa de trabajo y con lo

Carta abierta a tito Ridley

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Estimado señor Scott: Agradezco profundamente que ud. siga teniendo a bien contratar a Russel Crowe para hacer películas pero, en lo sucesivo, intente hacer buenas películas porque lo que me tragué anoche (gratis, que lo sepa) fue una auténtica bazofia. Identificamos escenas iguales a la triolgía de los anillos, a Salvar al soldado Ryan, Gladiator (¿cómo se llama cuando uno se plagia a sí mismo ? ¿versión?)... Y fragmentos de la banda sonora de El bueno, el feo y el malo. Y hablando de malos. Como todo el mundo sabe, no hay buena peli si no hay buen malo, y su tontaina malo... No le llega ni a la suela de los zapatos al maloso que en su día interpretó Alan Rickman (o Severus Snape, por poner otro ejemplo). Así que lo siento, pero al igual que me rendí al Jocker de El caballero oscuro he de decir que no hay más Robin y Sheriff que los de mi adolescencia. Forever Kevin.

Lo que llevan las chicas guapas debajo de los vestidos bonitos

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Últimamente he acudido a varios eventos sociales, y entre evento y evento he podido hablar con varias personas acerca de esto, por lo que creo que he madurado el tema lo suficiente para postearlo. Lo reconozco, tengo unas bragas "de las ocasiones". Tenía dos, pero las que estaban sin estrenar se las dí a hermanísíma para que les diera uso. Son color carne, transparentes para que se fundan perfectamente con el color de piel y con unas costuras especiales para que no se me note con la ropa, sea del color que sea, del tejido que sea y casi de la talla que sea. En fin, que pensé que estaba extendido el hecho de tener unas bragas reservadas para este tipo de cosas, pero no. En uno de estos eventos, le comenté a una de las invitadas (que iba embutida literalmente en un traje tubo) que si me ponían algo más de comer la cremallera de mi vestido no elástico amenazaba con estallar. Ella me contestó algo así: - Pues a mí es lo que me está matando es la faja - abrí mucho los ojos

Desvelando el misterio

Hoy, poco rato antes de que los nenes me entrasen en el aula por primera vez este curso, he dado por terminada la limpieza. Mi bayeta amarilla, mi barreño y mi limpiador de baños del Mercadona han tocado mesas, sillas, libros (uno por uno), estanterías, armarios y hasta paredes. Ni que decir tiene que mi clase ha sido la más cotilleada del cole (incluso cuando yo he salido a desayunar, me consta) siendo la primera vez en mi vida que echo de menos no tener una llavecita que cierre la puerta del aula. En uno de esos cotilleos, donde ando mirando el libro de plástica que voy a usar este año con los niños, la compañera que entra (sí, aquella que me juraba y perjuraba la semana pasada que "en la vida he limpiado yo un colegio") se para en seco, mira alrededor y me dice: - ¡Qué bien huele! - ¿A que sí?- Digo- - Huele estupendamente... ¿a qué huele? - ¿Quieres saberlo de verdad? - Pongo cara de misteriosa y doy un silencio dramático.- Huele a limpio. A limpio. Debería h

De marcha, analizando la fauna urbana

Prometo que yo no iba a salir, pero me liaron. Concretamente estaba abriéndome un paquete de Doritos, le iba a echar mozzarella por encima y los iba a meter en el microondas para pasar la soledad de la guardia del Señor X lo mejor posible cuando veo dos llamadas perdidas de Wira. La llamo y juro que no iba a salir, y me lió. Encima me hizo chantaje sentimental con eso de "estoy deprimida y tal" y, como todo el mundo sabe, eso es un grito de guerra para las amigas. Así que pasé por ducha, chapa y pintura y salimos. Huelva está de fiestas patronales, hoy es festivo y no tengo que ir al cole, así que de perdidos al río. En la zona de marcha, La Merced, había concierto de Pignoise. Chiquillería por todos lados, en consecuencia No suelo salir mucho, así que la fauna que se encuentra una en los baretos ha cambiado un poco desde "mi época". los perroflautas de mi época no eran perroflautas. Eran jipis a secas, tenían mugre de la de verdad, se hacían sus propias

Lunes de septiembre, cosas de las que acordarse siempre

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Pues bien, empieza "la semana". A finales, el viernes, voy a conocer al fin en persona a los pequeñines que ya conozco por fotos (menuda cantidad de nenes y nenas rubios) y que me van a hacer sufrir, y espero que también disfrutar, los próximos meses. Sigo con la idea de reorganizarme el armario invernal, y otoñal, dándome cuenta de que quizá a mis All Star rojas le quedan muchos más kilómetros de los que yo pensaba. Entre la pseudodieta, la Wii y los niños que no me van a dejar sentarme me auguro una progresiva continuación de la pérdida de peso, así que mejor no me planteo compras importantes al menos por ahora. Esta semana me toca preparar muchas cosas, no solamente el aula, lo de la organización y limpieza y tal. La toma de contacto con los niños el viernes va a ser fundamental. Dos horas en las que yo me llevaré una impresión de ellos y ellos de mí, que también es importante pensar en eso. El viernes, por tanto especialmente cómoda, por lo que pueda pasar. Como l

Funciones de una maestra

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Entre las funciones de mi profesión, que el inspector de educación de mi zona tuvo a bien de reocrdarme en mi año de prácticas, se cuenta el mantenimiento de la clase como un entorno adecuado para el aprendizaje de mis alumnos. Hoy, mientras mis compañeros y compañeras iban a hacer un descanso y tomar un café decidí poner manos a la obra a eso de ordenar la clase, porque ya sabía yo que estaba totalmente desordenada. pero la realidad siempre se supera a sí misma. Mejor vemos las fotos. Empecemos con el estado de "mantenimiento" del aula. Mi ventana con cristal rajado. Corta al tacto. Al alcance de los  niños. Fluorescentes al descubierto. Al menos en mi clase no cuelgan cables. Pseudoagujero de techo. Feo pero parece que inofensivo. Estantería con balda borracha. En el interior de los armarios me encuentro con que los responsables ocupantes del aula (del año anterior, y del otro, y del otro...) me han dejado muchos regalitos. En la bolsa celeste que apare

Yo a mi hijo lo quiero un montón

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Y como lo quiero mucho le he dejado mi casco, para que vaya seguro porque aunque le quede grande él se lo va agarrando. Total, si nunca pasa nada...

En mi nuevo cole...

En mi nuevo cole las persianas de la mayoría de las clases están rotas, tienen agujeros y no suben y bajan como deberían. En mi nuevo cole hay puertas que tienen rotas las manecillas, con filos cortantes, pero no se van a cambiar "porque no entran en el presupuesto". En mi nuevo cole hay clases con las ventanas rotas y, a cambio de tener cristal, hay un estupendo cartón pegado con cinta de carrocero. En mi nuevo cole hay lámparas sin cristal, y así podemos enseñarles a los niños la cantidad de cables que pueden pender del techo. En mi nuevo cole hay zonas donde la pintura se cae a trozos. En mi nuevo cole hay clases que tienen trozos de pared tirados abajo y se ven los ladrillos. En mi nuevo cole apenas hay material, apenas hay cuentos, libros de consulta en las clases... Y mucho menos si hablamos del material específico del idioma que se da en este centro, que es el francés. Pero a cambio contamos con un modernísimo, y carísimo, sistema de control del personal.

Di nones a los tacones (crónica irreverente del primer día de cole)

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Este año, por lo visto, y según se le ha ocurrido al un tal Valentino (o a la gente que diseña para la firma porque creo recordar que este señor ahora solamente se dedica a tomar el sol... ¿o falleció?), se llevan los pantalones de piel pitillos en rojo. Qué bien. Por lo visto, según he observado en diferentes revistas de moda, este año los tacones y las plataformas van a ser lo más. Y lo más de lo más si me las planto con un par de calcetines gordos y llevo los dedos fuera. Qué bien. Pues señoras y señores, voy a ser la hortera de la temporada, porque en mi nuevo cole me han adjudicado (no quieran saber las alternativas que eran verdaderamente de llorar) la tutoría de un primero de primaria bilingüe de francés. Les explico, para los que no estén muy versados en la materia. Durante nueve meses, unos 180 días lectivos, voy a ser responsable cinco horas al día de entre 25 y 30 almas de niños y niñas de 6 tiernos años. Algunos, de hecho, aú no habrán cumplido seis cuando sus incauta

¿Miércoles o lunes? Hay madrugón, aunque no desayunes

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Este verano, salvo raras excepciones, no he sido de quedarme en la cama hasta mucho más allá de las nueve, pero teniendo en cuenta de que bien diferente es levantarse cuando a uno le da la gana aunque sea temprano hoy llevo hasta el estómago revuelto. Hoy, uno de septiembre, me doy el madrugón como cualquier hijo de vecino. Y tengo sueño. Y podría haber dormido una horita más, hasta las ocho, pero cuando ha sonado el despertador del Señor X he saltado de la cama a la misma vez. Lo primero, evidentemente, para tener tiempo de hacer la entrada de la vuelta al cole y lo segundo porque sí, cinco años después, vuelvo a tener los pequeños nervios del primer día. Como me han cambiado de cole hoy conoceré a nuevos compañeros y compañeras a los que diseccionaré en el blog con los que compartiré mi jornada laboral de aquí a unos meses. Y como yo estaba muy a gusto con los del año pasado, niños y adultos pues eso, nervios. Y nervios también porque I me ha dicho que en ese cole se trabaja m