Completamente indecente
Esta tarde he visto algo que va a tardar mucho tiempo en borrarse de mi mente. Ha sido una imagen horrible, indecente, vergonzosa y casi pornográfica. Y lo he visto en medio de la calle. Esta tarde, después de una siesta que me he echado aprovechando que El Señor X estaba durmiendo después de haber estado trabajando en guardia de noche, he decidido que era un buen momento para ir a comprar cartuchos de tinta para la impresora. Clónicos, por supuesto. Así que, después de vestirme, me he dirigido a La Merced a una tienda de informática. A la ida me he encontrado con R, una amiga de la juventud que lleva en el carrito a su nena de dos años y en la tripa a la siguiente y me ha estado enseñando que la mayor ya no lleva pañales y tal. No sé a vosotros, pero a mí estas conversaciones me parecen de lo más interesante, así que he estado charlando con las dos, de pañales, piruletas corazón y guarderías. A la vuelta de comprar los cartuchos (tengo lo menos para un mes) me he encontrado con P. P e