Crónicas bodiles I: Lost in Córdoba

El viernes por la mañana, durante la hora del recreo, y ya con la mente puesta en llenar el depósito del coche y quitarle bien el polvo a los retrovisores, hice lo que mejor se me da: caerme.

Una pelota perdida de baloncesto llegó hasta mí, la boté, se fue para otro lado, yo la seguí y cuando me quise dar cuenta estaba en el suelo, de boca. No sé cómo lo hice pero me raspé, de la mano derecha, los nudillos y la palma; pensadlo bien, porque eso sí que es difícil, así que me voy superando. La rodilla izquierda también queda muy maltrecha, pero los vaqueros de Mango me protegen del raspado.

- Menos mal que no soy la novia- Pienso-, y menos mal que no me he dado en la cara, porque iba a estar bonita.
- Pero, ¿¿¿¿Qué haces????- Me pregunta una compañera.
- Leñe, ¡pues caerme!- respondo, como si no fuera obvio.

Para que luego digan los padres que a los niños les pasan cosas en el recreo porque las maestras no estamos pendientes. Pues yo tenía dos compañeras al lado y me caí igual ¡hombre ya!.

La sirena toca a las dos y me paro en la gasolinera, lleno el depósito y sigo hasta el lavadero de coches del elefante de color extraño, donde le doy un fregado al coche bueno de verdad. Los canis habituales me miran raro.

Después de ultimar la maleta y dejarme (sin querer) el touche éclat en el armarito del baño, recojo al Señor X y enfilamos rumbo a Córdoba y para eso, desde Huelva, primero hay que pasar por Sevilla.

Es la primera vez que atravieso (o me acerco) a Sevilla conduciendo, puesto que le temo más a un sevillano al volante que a meterme en Portugal con el coche y eso, amores, da mucho miedito.

Más nos acercamos a Sevilla más chungo se pone el tema. Coches por todos lados y a ninguno le funcionan los intermitentes. Lo más guay llega cuando me tengo que meter por el desvío a Córdoba y tengo que clavar frenos, meterme en el desvío e intentar salir hacia la derecha haciendo un ceda el paso a una carretera llena de coches que no solo no tienen intención de ser caritativos conmigo, sino que se quieren meter en el carril donde yo estoy.

- Métete- Me dice mi copiloto experimentado.- Que no te van a dejar, tienes que meterte.

Y me meto. Y no pasa nada.

Me doy cuenta de que conducir en Sevilla es un acto de fe. Tú haces la maniobra, y tienes fe en que al resto les da tiempo a apartarse.

Llego a la conclusión, cuando ya estoy por la zona del aeropuerto de que para sacarse el carné en Sevilla hay que tener al menos un año de exeriencia. A mí me han hecho falta 34000 km de experiencia, pero sé que ya puedo ir de compras sola, que es lo importante.

Sin novedad hasta Córdoba; mucho tráfico, eso sí. Escuchamos RN5, ponemos el cd con Metallica... Hasta que ponemos el GPS, nos hace meternos en la ciudad y en un sitio determinado la señorita de la maquinita nos suelta:

- Gire fuertemente a la derecha.

Yo, que soy una cachondona, hago el amago de derrapar, el Señor X y yo empezamos a reírnos y nos perdemos. Obvio.

Durante media hora nos recorremos los barrios aparentemente más chungos de Córdoba capital, con las lágrimas fuera de la risa porque el gps insiste en que haga giros fuertes.

Me sigo perdiendo y tengo que salir de Córdoba porque me paso la salida. Me paso también el primer cambio de sentido. Y el segundo. En el tercero consigo dar la vuelta con ganas de llorar porque tengo hambre, pis y muchas ganas de llegar al hotel (donde además de alojarnos, se celebrará la boda).

Gracias a las indicaciones telefónicas del novio cojo la Avenida del Brillante (Que es larga larga) y me doy cuenta de dos cosas:

- En Córdoba está permitido derrapar en las rotondas.
- En Córdoba si pones el intermitente te dejan paso en los carriles de aceleración.

Llego a una rotonda con fuente y me vuelvo a sentir perdida, así que me aparto, pongo las luces de emergencia, y llamamaos de nuevo al novio, que promete recogernos en diez minutos, junto con la novia y no sé qué de unas flores.

Cuando llega hemos cantado algunas canciones de Metallica, nos hemos dado cuenta de que el semáforo que ponemos delante nunca se pone en rojo (solamente cuando, rara vez, alguien le da al botoncito) y he dejado el suficiente sitio como para que la gente pase. A los niños que van en carrito les gusta mirar las luces de emergencia del coche.

Por fin aparecen el novio, la novia y una amiga de la novia y me guían desde su coche por Córdoba hasta que llegamos al hotel.

¡AL FIN!

Comentarios

  1. jajajaja, que aventura nena!!!! Yo tambien le temo mucho a eso de conduccir por sevilla, yo tengo mucho mas kms que tu y te puedo decir que en sevilla ciudad no me meto ni loca pero desde que el amor me obliga ir a Barcelona de vez en cuando tengo que atravesarla igual que has hecho tu, direccion Cordoba, el desvio ese para encarrilarte hacia Cordoba es tremendo...pero bueno...paciencia y echarle morro y eso que ahora contamos con la suerte de que por la matricula no saben que somos de Huelva, jajaja, mi padre cuenta que una vez tenia que ir a un sitio y lo mandaron a la otra punta, jajaja.
    Bueno...me alegro de que todo saliera bien, tu caida en el cole, tu viaje hasta la ciudad de los califas y seguro que el resto un exito, no???

    Besitos maja, que descanses.

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  2. Jajajaja madre mía nena!!!!una buena aventura si señorita jejeje...El comienzo ha sido bueno, a ver como terminasteis jejeje, muakaaaaa

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  3. jajajaja, madre mía!! qué de cosas!! las voces del gps es lo mejor, a mi una vez me dijo que girara a la derecha y me mantuviera a la izquierda....me salí en la salida equivocada...jejeje.
    Es una odisea conducir en las ciudades, y más yo, que vengo de ibiza, y en invierno apenas hay tráfico...jejeje
    Un besote

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