Mis alumnos me lo pegan todo

Mis alumnos me lo pegan todo. Y desgraciadamente no es una licencia literaria, ni tampoco una exageración propia de haber nacido andaluza. Es que mis alumnos me lo pegan todo y tanto es así que cuando algún virus entra en clase yo ya empiezo a, por si acaso, dejar trabajo adelantado sobre mi mesa por si tengo que ausentarme algún día. Lejos de acostumbrarme, mis defensas no se enteran de qué va el tema y cada vez lo llevo peor.

La semana pasada (la pasada a esta que termina), mi pequeña V, con su pelito de miel, me dice justo antes de salir al recreo:

- Me duele mucho la barriga, maestra.

- Pero, ¿dolor de hambre o dolor de estar malita?- Inquiero.

- De estar malita.

- Bueno, intenta no correr mucho y no comas. Si te vas encontrando peor me lo dices y llamamos a casa, que hoy vigilo recreo.

- Vale.


Veinte minutos más tarde la niña me dice que se encuentra fatal y desde mi móvil llamo a su madre. Le digo a la niña que vaya recogiendo sus cosas. Y tal como la pierdo de vista me viene otro alumno a decirme que V ha vomitado en la clase, así que corro descompuesta y preparándome para lo peor escaleras arriba.

Mi pequeña V llora asustada y desconsolada. Una plasta rosa me dice el aspecto que tienen un perrito con ketchup y un zumito de naranja, cuando se han masticado y tragado, pero no se han digerido. Afortunadamente no hay olor, aunque yo abro todas las ventanas, por si acaso.

Me bajo a la niña y espero con ella hasta que vienen a buscarla, justo cuando suena el timbre.

Ese fin de semana, pierdo un kilo cien gramos si apenas esfuerzo.


La faringitis vírica de este fin de semana me la pegó el miércoles M, una de mis bellezas, cuando en mitad de examen se puso a toser y a llorar, yo la cogí en brazos porque pensé que era otro de sus ataques de ansiedad y no, es que me estaba pegando uno de los dolores de garganta más chungos de los últimos tiempos.

Ayer viernes eché la mañana en clase como pude, con esos caramelos con anestesia que te duermen toda la boca, echando mano de forma compulsiva del microondas de la sala de profesores para que me cayese líquido caliente por la garganta. Eso sí, de hablar ni el intento.

A la salida, después de que el timbre me sonase a melodía celestial, noto a N muy preocupada. Como sé que en casa pasan un poco de ella, la cojo de la mano, me la acerco y le susurro como puedo que si está mala, que si está bien.

-Preocupada- Me dice, mirando al suelo.

-Cuéntame qué te pasa, cielo.- La traigo hacia mi dándole un besito en la cabeza, buscando no pegarle el resfriado que me ha llevado a urgencias a las siete de la mañana.

Levanta su cara delgada hacia mi y me suelta, mientras le acaricio su largo pelito:

- Que tengo piojos. Y mi madre no me deja decirlo - Interrumpo mis caricias mientras noto un horror paralizante- Y este fin de semana tengo una boda y voy a la peluquería y todo.

- Ya. ¿Y por qué no te deja decirlo mami?

- Porque dice que la gente no se va a querer acercar a mi, y eso que le he dicho que tú eres diferente.

La pequeña N, con su mata de pelo, se me acerca y me abraza fuerte. Yo intento que no se sienta rechazada mientras valoro seriamente comprar algo en la farmacia de camino a casa.

Sin embargo el dolor paralizante de garganta me borra la memoria hasta hace un rato, cuando me he puesto a recordar el episodio. Y no, no me pica nada pero, como los alumnos me lo pegan todo...

Comentarios

  1. Eres una bolita de ternura a la que han moldeado con forma de mujer guapísima. Porque si no, no me explico.

    Esperemos que te hayas librado de ese "pegamento", pero si no, pues qué remedio... Esa criatura necesitaba un abrazo, y punto. :)

    Besos fuertes :D

    ResponderEliminar
  2. Hola Lileth: suerte con tus "amigos". Nunca comento aunque te llevo leyendo años. Hoy te escribo para decirte que me hizo pensar mucho tu post sobre hacerse cargo del sobrepeso, engordar y opositar...me sentí tan identificada. Hoy hace 6 meses que empecé a hacer dieta, a cuidarme a hacer ejercicio y hoy peso 16 kg menos y estoy que no me lo creo. Aún me quedan 10 más hasta llegar a mi peso objetivo pero voy por el buen camino. Gracias por escribir aquel post. Espero qu tú hayas logrado tu objetivo. Un abrazo.
    Marta.

    ResponderEliminar
  3. Me paso por aquí de vez en cuando aunque nunca comento. Hoy, sin embargo, no he podido evitarlo: me he partido de risa. No me entiendas mal, me parece maravilloso el trato que le das a tus alumnos y lamento que lo cojas todo, pero tal y como lo has contado me ha hecho reír y no sólo esbozar una sonrisa. Mejórate y sigue así, es una delicia leerte.

    ResponderEliminar
  4. Ojalá mis hijas tengan suerte con sus profes como tus alumnos contigo

    ResponderEliminar
  5. Me parece maravillosa la manera en la que tratas a tus alumnos. Mas profes como tu hacen falta.
    Me ha parecido leer alguna vez que te tiñes el pelo, así que para tu tranquilidad te diré, que los piojos no anidan el pelos teñidos o tratados de alguna manera, la química no los deja respirar. Contra los virus no sirve, no todo va a ser bueno.

    ResponderEliminar
  6. Ajjjj!! para una vez en ERAS que encuentro un blog interesante, divertido, sincero y que me muero por leer, la autora prácticamente lo ha abandonado!!!!!
    Postea!!! necesito más dosis después de llevar todo el día devorando tu vida

    ResponderEliminar
  7. Ay, Lileth, creía que me iba a descoyuntar riéndome. Perdona pero es que te he imaginado acariciandole el pelito mientras te decía que tenía piojos, jajajajaaaa. Respecto a lo que te dice Lola de que en el pelo teñido no sobreviven los piojos, me temo que se equivoca, te lo dice una teñida que se pasó dos mese intentando matar los piojos que le pego su enana el año pasado.

    Lfp7.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario