Mierda de lunes, lunes de mierda


Lo peor que llevo este curso son las tutorías con los padres. Palabrita. Algo que siempre me ha emocionado este año me estresa, me agobia y me da una sensación de pérdida de tiempo que se me traduce en una mala ostia los lunes de antología.

Y es que no puede ser que, por norma, eche tres cuartos de hora fuera de mi horario para atender tonterías. Sí, señores, tonterías.

Que quien me conoce como profesional sabe que computo horas a la semana en atención a los padres, fuera de mi horario. Vaya, que si un niño ha tosido más de la cuenta me paro a la salida y el padre va a casa sabiendo que el niño ha pasado mal la semana. Que si he detectado el martes que el niño lleva fatal la resta y hay que reforzar en casa lo digo a las dos, sobre la marcha, en vez de citar a tutoría para el lunes siguiente (cuando el nene, a lo peor, ya se me ha descolgado irremediablemente del tema resta).

Pero lo que vivo los lunes es surrealista.

A principios de curso detecto que mis alumnos eso de controlar el trazo con el lápiz… De pena, vaya. Sí, con ocho años. Sí, el trazo con el lápiz, y la fuerza con lo que aprietan. Entonces se me presentan dos opciones: o los pongo a hacer caligrafía de la antigua o me busco algún método más molongui, así que mis nenes terminan coloreando unas láminas estupendas.
Y me viene una madre, un lunes, y me pregunta:
- Mira, y lo de colorear... ¿Es necesario?
- Pues mire, sí que es necesario, porque no controlan los trazos que dan con el lápiz, si lo hacen fuerte, flojo...
- Ah, y... ¿eso es importante?
- Pues controlar las manos... usted verá.
- Ya y mi nena va mal en lectura.
- Sí, lee fatal la niña, sí.
- ¿Y cómo puedo reforzarla en casa?
- Pues leyendo con ella, dándole revistas, tebeos... ¿lee la niña en casa?
- No, no lee, ¿Le vendría bien?
- Lo más seguro, sí.
 
Y aún así, ni idea tenía yo de la que se me venía encima.
Otro lunes, cuando llego a mi clase de la reunión que he tenido, me encuentro con una ristra de padres que me espera. Quizá que en el otro curso, donde doy una asignatura, haya repartido suspensos es la razón de este interés por mi persona.
- Eh... Hola, ¿Os he citado?
- No, pero hemos venido a ver si nos puedes atender. Soy la madre de fulanito, que tú le das tal cosa.
- Ah, ok, pues... - Miro a esos padres que me esperan, diciendo adiós a llegar a casa a una hora medianamente decente.
Los siguientes tres cuartos de hora los empleo en explicar a esos padres preocupados de que lo mismo, a lo mejor, ¿eh?, que yo también tengo unas cosas... De que lo mismo, decía, la solución a los suspensos es estudiar más.
Pues los últimos padres en turno de entrada me responden al "Buenas tardes, ¿Qué tal están?" hechos unos fieras porque los he tenido esperando y no sólo eso, sino que además han esperado de pie. Gran delito.
Reconozco que soy una gran amante del humor absurdo siempre y cuando no sea en la vida real, porque me desconcierta.
 
Una de mis tutorías, solicitada por los progenitores con semanas de antelación comienza con estos comentarios:
- Estamos muy preocupados por los resultados... No estamos acostumbrados a estas notas... Nos preocupa el fracaso escolar... El niño está muy deprimido...
Como no me cuadra con lo que creo saber del niño, miro disimuladamente las notas del crío: 8.5, 9, 9,5, 10, 10, 7, 9,5...
- A ver, perdonad... ¿Estamos hablando de fulanito?
- Sí.
- ¿Fulanito de tal, cuyas notas son 8.5, 9, 10, 9,5, 10, 10, 7, 9,5?
- Sí.
 
Os juro, sobre la biografía de Ives Saint Laurent, que contemplo la idea de echar a patadas a esos dos de mi clase.
- ¿Me estáis diciendo que os preocupan esas notas? Pues yo quiero tener vuestra vida regalada, para tener esas mismas preocupaciones.
 
A veces, sobre todo los lunes, odio mi trabajo.

Comentarios

  1. Es lo que pasa en la educación, que hay de todo como en botica. Hoy he tenido yo una madre diciéndome que venía a comentarme que su hijo se pegó con otro fuera del centro y que me lo decía a mi porque si iba a buscar a la madre del otro luego las madres no le hablan.
    Su hijo estuvo, ayer por la tarde, dando con una vara a todos los compañeros que entraban al acompañamiento escolar. Su hijo la ha llamado porque le dolía la barriga y ella ha venido, le ha dado una manzanilla, un ibuprofeno y se ha vuelto dejándolo allí. A la hora del recreo, el niño se ha sacado un bolsón de chucherías de la mochila.
    Mejor no sigo, pero me da que todas estas incongruencias te van a sonar mucho.
    Un besazo, Lileth!!

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  2. Los padres no tienen termino medio? Les dan drogas junto con el niño cuando salen del hospital nada más parirlos? O acaso hay alguna enfermedad contagiosa que se llame algo así como papitis o papimamisomosmutontitis?
    Y no puedes cambiar las tutorías al viernes? igual te ahorrabas a algunos...jejejeje.
    Animo compañera!!

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  3. Hola! Llevo tiempo leyendote pero como no tenía blog no comentaba... no me digas porque jeje. Me parecen geniales tus anécdotas, y en la última entrada no he podido evitar escribirte. No soy padre, pero es cierto que algunos cuando tienen a un bebé se transforman (espero que no sea mi caso en un futuro). Mucha paciencia, y como bien dice Perri M., si es posible cambialo a los viernes, que por lo menos ira quien este preocupado de verdad.
    Un abrazo
    PD: Acabo de empezar, solo llevo una entrada, pero voy a continuar pronto, a ser posible mañana o pasado. Espero verte por mi blogggg.
    Otro abrazo!!

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  4. Mi blog es este... :):):):)
    www.lahuelladeroma.blogspot.com
    Byeeee

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  5. Tengo decenas de historias de las tutorías con los padres... para alucinar, de verdad. Absurdo y desquiciador.

    Y la sensación de dedicar tu tiempo para, literalmente, nada. Es frustrante. Recuerdo tener tutorías a las 12:30 y ya, cerca de las 15:00 (a seguir con las clases), todavía estar ahí. Jornadas interminables, cansancio, hambre... En fin. Que si ha sido productivo, aún. Pero hay familias que preocupan más que los mismos alumnos.

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