Habitantes no deseados

Hemos pasado, al menos aquí por el sur, de tener 17 grados de máxima diurna, a tener un poco más de eso, pero de mínima nocturna. De día, pasamos ampliamente de los 30ºC. Así, tan de pronto, resulta una delicia.

Con el mismo ímpetu que ha subido la masa de aire africano han proliferado los piojos en las cabezas de los niños de mi colegio, que han tenido además ventaja puesto que estamos en romería y el contacto con caballos y con el campo es el pan nuestro de cada día. Bueno, el de los nenes.

El primer día de calor calor, el miércoles, me mandaron a sustituir a otra clase. Mandé el trabajo que tocaba y me senté a esperar que los niños acudiesen a mi ante cualquier duda. Mis ojos se fueron, en la ordenada mesa en la que me encontraba, sobre unos papeles blancos, pendientes de repartir, donde se avisaba de que en la clase se habían detectado piojos, y que, por favor, los papis y las mamis revisasen las cabecitas en casa.

Y es que, para el no versado en la materia, con el tema de los piojos se suele tener el tacto de no avisar directamente a la familia del piojoso o la piojosa, sino que se avisa a la clase entera y queda como más disimulado. Pero siempre se sabe, claro.

Ver el papel de los piojos y empezar a picarme la cabeza fue todo seguido. Preguntarme de qué cabeza o cabecitas de la clase tendría que cuidarme, también. Las maestras contagiadas de piojos no son cosa extraña.



El viernes, bajo un sol de justicia, me tocó hacer guardia de recreo. A veces las chicas de los cursos más avanzados se aburren y me buscan charla. Y el viernes una se atrevió a desafiar a Lorenzo y se puso a contarme cómo son los trajes de gitana que se ha hecho este año.

Y de pronto lo ví.

- Nena, ven espera, que te mire.

- Aish, maestra, ¡que no me gusta que me toquen el pelo!

Separo el pelo, miro por debajo, tras las orejas. Y no hay duda.

- Tengo caspa, maestra.

- ¿Qué caspa ni caspa? ¡Estás comida de liendres y piojos!

- Aish, no me digas eso, que me da mucho asco.

- Pues es lo que hay. En cuanto llegues a casa se lo dices a tu madre, que te echen el producto y sobre todo que te pasen el peinecito de piojos.

- ¿Ese que tiene las púas muy pegadas?

- Ese, la liendrera.


En cuanto volvimos al recreo me pasaron el papelito, para entregarlo en clase.

- Nenas, a partir del lunes no quiero ver a nadie con el pelo suelto. Colitas o trenzas, que hace mucha calor... Y además hay piojillos en el cole, no sea que les gusten vuestras cabecitas.



Lo dicho, ha llegado el calor.

Comentarios

  1. Me empezó a picar el pelo hasta a mi!!! Jajjaja

    Por aquí...ya sabes que estamos con calor también...y con calima.

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  2. Alma tb me trajo a casa la semana pasada.
    Como si no tuviéramos ya bastante...

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  3. Uff! A mí sólo oírlo y leerlo me da picores. Esperemos que se vayan pronto. O mejor aún, que no aparezcan. Recuerdo a principios de curso, cuando ya no hacía tanto calor, que ya había piojos por el cole.

    En fin, sí que se nota el calor. En todo. Este último mes y poco se va a hacer bastante cuesta arriba.

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  4. En el mío llegaron una semana antes! Lo malo es que la semana pasada todavía no se habían ido!!!

    Y qué calor, por Dios!

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