Palabras grandes, para niños pequeños
Uno de mis niños tiene un vocabulario de lo más rico y extenso.
El otro día uno de sus compañeros vino con una camisa rosa y este, antes de que nos diera tiempo a levantar las persianas, ya le había soltado un "maricón". Así, con todas las letras.
- Ven p'acá.- Le dije con mi ya característico gesto de mosqueo llamándolo con la mano. Me he dado cuenta de que la frase y el gesto son ya "marca de la casa".
Mi experto en vocabulario viene con la cabeza gacha.
- ¿Tú por qué te metes con A?
- Porque trae la camisa rosa.
- Pues mal hecho, lo primero porque A viene guapísimo y segundo porque, y ojito con que te quede bien claro, que ser maricón no es malo.
El muchachito me mira.
- ¿Entendido? Es malo ser un ladrón, alguien que rompe las cosas de la calle... Pero ser maricón no es malo. Ale asentarte y que no te oiga más.
Y cierto que no le oí nada representativo hasta ayer, cuando N, la niña que lo sufre a su vera, me viene a la mesa y me chiva:
- D dice que es un "pringao de mierda".
Levanto la vista y me lo veo con los brazos cruzados y la cara hundida en ellos.
- Dile que venga, anda.
El experto en vocabulario me viene arrastrando los pies.
- A ver, ¿qué te pasa?
- No sé- Se me encoge de hombros.
- Pero, ¿es por algo que te ha pasado en clase? ¿alguien se ha metido contigo? ¿algo en casa?
- Es que no lo sé explicar, lo que me pasa.- Se me echa a llorar.
Cojo un pañuelo, doy mimos, le limpio los mocos colgantes y me lo llevo al banquito de la puerta de la clase a hablar más tranquilos.
- Cuéntame qué te ha pasado.
- Es que, el otro día, que no había cole me puse malo y no salí. Cuando estaba bueno me dolía el cuelllo y me tuve que quedar en casa y me habían venido a buscar y no me dejó salir mi madre y hoy...
- Y hoy desde que haas entrado está la pesá de la maestra diciéndote que te sientes y que no te quiere ver más rato de pie- le completo y él me hace una media sonrisa.
Los sentimientos se tienen siempre, pero a los seis años no se les pone nombre con facilidad. Frustración.
- Bueno, D, en la vida, desde que se es chico hasta que se es grande todos los días tienen cosas buenas y cosas malas. Le pasa a todo el mundo, a mí también. Y como es siempre así lo que podemos hacer es pensar más y concentrarnos en las cosas agradables del día, y también pensar en cómo podemos hacer para que las cosas malas no nos pasen más o en cómo podemos arreglarlas, pero sobre todo pensar en las cosas agradables que pasan todos los días.
D me mira y leo la pregunta en sus ojos.
- Por ejemplo, los mimos que te dio mami cuando estuviste malo y lo requetebién que te lo has pasado con C cada vez que has pasado de mí y te has levantado.
D se ríe abiertamente.
Ale, fuera frustraciones.
El otro día uno de sus compañeros vino con una camisa rosa y este, antes de que nos diera tiempo a levantar las persianas, ya le había soltado un "maricón". Así, con todas las letras.
- Ven p'acá.- Le dije con mi ya característico gesto de mosqueo llamándolo con la mano. Me he dado cuenta de que la frase y el gesto son ya "marca de la casa".
Mi experto en vocabulario viene con la cabeza gacha.
- ¿Tú por qué te metes con A?
- Porque trae la camisa rosa.
- Pues mal hecho, lo primero porque A viene guapísimo y segundo porque, y ojito con que te quede bien claro, que ser maricón no es malo.
El muchachito me mira.
- ¿Entendido? Es malo ser un ladrón, alguien que rompe las cosas de la calle... Pero ser maricón no es malo. Ale asentarte y que no te oiga más.
Y cierto que no le oí nada representativo hasta ayer, cuando N, la niña que lo sufre a su vera, me viene a la mesa y me chiva:
- D dice que es un "pringao de mierda".
Levanto la vista y me lo veo con los brazos cruzados y la cara hundida en ellos.
- Dile que venga, anda.
El experto en vocabulario me viene arrastrando los pies.
- A ver, ¿qué te pasa?
- No sé- Se me encoge de hombros.
- Pero, ¿es por algo que te ha pasado en clase? ¿alguien se ha metido contigo? ¿algo en casa?
- Es que no lo sé explicar, lo que me pasa.- Se me echa a llorar.
Cojo un pañuelo, doy mimos, le limpio los mocos colgantes y me lo llevo al banquito de la puerta de la clase a hablar más tranquilos.
- Cuéntame qué te ha pasado.
- Es que, el otro día, que no había cole me puse malo y no salí. Cuando estaba bueno me dolía el cuelllo y me tuve que quedar en casa y me habían venido a buscar y no me dejó salir mi madre y hoy...
- Y hoy desde que haas entrado está la pesá de la maestra diciéndote que te sientes y que no te quiere ver más rato de pie- le completo y él me hace una media sonrisa.
Los sentimientos se tienen siempre, pero a los seis años no se les pone nombre con facilidad. Frustración.
- Bueno, D, en la vida, desde que se es chico hasta que se es grande todos los días tienen cosas buenas y cosas malas. Le pasa a todo el mundo, a mí también. Y como es siempre así lo que podemos hacer es pensar más y concentrarnos en las cosas agradables del día, y también pensar en cómo podemos hacer para que las cosas malas no nos pasen más o en cómo podemos arreglarlas, pero sobre todo pensar en las cosas agradables que pasan todos los días.
D me mira y leo la pregunta en sus ojos.
- Por ejemplo, los mimos que te dio mami cuando estuviste malo y lo requetebién que te lo has pasado con C cada vez que has pasado de mí y te has levantado.
D se ríe abiertamente.
Ale, fuera frustraciones.
Ay! si ya es difícil ser madre, ser maestra y bregar con un mínimo de 25 niños debe de ser una odisea.
ResponderEliminarY pensar que llevaba días tristona... Ese consejo me ha venido estupendamente :). ¡Gracias!
ResponderEliminarOjalá se nos arreglase el día tan fácilmente a todas las edades...
ResponderEliminarAy, maestra...¿dónde hay que firmar para que todos los que me llegan a la eso pasen por tus manos y tus palabras?
ResponderEliminarUn besazo
Tus niños me tienen ganado el corazón. Un besito y feliz finde
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