El niño tocanarices

Las personas, desde bebés, tienen su propia personalidad y es fácil al ir conociendo al crío ver por dónde va a tirar en la vida. No voy a entrar en el debate eterno de si la personalidad es innata o adquirida, porque seguramente parte y parte, y yo hoy voy a hablar de la parte innata, de esa que aflora desde el nacimiento y que nadie nos enseña.

Mi trabajo es, en gran parte, tener contacto con gente; mayormente gente bien jovencita, sí, pero gente con todas las letras y con una personalidad muy marcada. Tanto es así que podríamos hasta etiquetarlos (es un enfoque simplista, lo sé, pero seductor) y así tendríamos al niño llorón, el solitario, el pegón... Y está el niño tocanarices.

El niño tocanarices empleará todo el potencial de su inteligencia en sacarte de quicio. No tiene por qué ser un niño, además, inteligente; eso es secundario. Lo que cuenta verdaderamente es el esfuerzo que empleará el crío en que te entren ganas de llorar.

Ejemplo práctico de un niño tocanarices, tocándome las narices:

Hace unas semanas:

Aula con varios niños de 7 años que no es la mía pero donde completo mi horario, alumno muy atento en primera fila mientras la maestra (yo) hace esfuerzos titánicos por escribir un cuento en la pizarra con la letra de los libros de los niños, esa redondita y llena de palitos que no sirven para nada.

Alumno de primera fila se levanta.

- ¿Esta qué letra es?- Me dice, señalando de muy mal humor una letra.
- La h.
- ¡Pues nosotros no la hacemos así!- Se sienta mosqueado mientras me esfuerzo por hacer la h con bucles y rabitos.

La tortura se repite con la a, la n y la m.

Hace dos semanas:

- ¿Qué letra es esta?
- Pues la n, ¿no le ves los dos puentecitos? La m lleva tres puentecitos y la n dos.
- ¡Pues nosotros no las hacemos así!

Me vuelvo a esforzar en hacer los puentecitos necesarios mientras pienso que el nene me está tocando las narices.

La tortura es repetida con la z, la k y la t.


La semana pasada:

- ¿Y esa qué letra es?- Me pregunta el niño de forma insolente desde su minipupitre.
- La j- Respondo.
- Pues nosotros no la hacemos así.
- Ah, ¿no?- Digo, con tono inocente.
- No- Me suelta el niño, todo ancho.
- Pues YO sí. - Me vuelvo y sigo escribiendo con MI letra.

No hubo más interrupciones del niño tocanarices. ¡Meeeeenos mal!

Comentarios

  1. Jajajaj! Estas son las cosas que yo vivia de pequeña... y luego cuando mi madre SABIAMENTE intentó que estudiase magisterio, yo le decía... mamaá yo no puedo aguantar las "cabronadas" de los niños... mi paciencia no lo admite...

    ResponderEliminar
  2. Digo yo que, al menos la mayoría, no lo hace queriendo... XD ¡pero son muchos los tocanarices!

    ResponderEliminar
  3. Ainsssssssss por dios, no quiero ver como será de mayor..ainssssss

    ResponderEliminar
  4. Pues tuviste mucha suerte, porque cuando se hace más mayores, los tocanarices innatos no se ven contestados con un "porque si".

    jajaj

    Creo que si tengo hijos van a salir así, la genetica del padre es muy fuerte.

    Saludines.
    YoMisma

    ResponderEliminar
  5. ¡Qué risa cuando se lee, y qué desesperación cuando se vive! Te entiendo perfectamente, soy maestra de infantil, y también he dado clase en primaria, así que imagina todas las experiencias que he tenido. Por cierto, enhorabuena por tu plaza, yo este año estoy como tú, funcionaria en prácticas.
    Te invito a ver mi blog http://elcofrecitoinfantil.blogspot.com
    ¡¡Saludos!!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario