Autismo en el aula ordinaria

En mi corta vida profesional (o larga, comparada según con cuál), me he encontrado en las aulas con niños y niñas de todo tipo. Niños altos, bajos, simpáticos, desagradables, graciosos, chistosos, callados, introvertidos, españoles y foráneos, con sus piernecitas funcionales y con dificultades para usarlas.

Y también, sí señor, me he encontrado con niños con trastornos del espectro autista, en diferentes grados y con muy diferentes personalidades. En la facultad de magisterio no te preparan para trabajar con ningún niño con este tipo de trastornos. Tienes, con suerte, un par de asignaturas de nombre extravagante (Bases psicológicas de la educación especial) donde te venden que ahora se trata a "esta gente" como no lo hubieran soñado hace siglos, así que se pueden dar con un canto en los dientes si no se les recluye en centros sin calefacción.

Luego, cuando te metes en una clase puede que te encuentres con la realidad que me encontré yo: 23 niños de segundo de Educación Primaria, dos niños con un autismo de moderado a grave, un niño con síndrome de Ásperger, una niña con trastorno generalizado del desarrollo, un niño con altas capacidades y una repetidora muy pesada y que da más trabajo que todos los demás juntos. Y ahora, corazón, ponte a dar clase y, como dice la legislación educativa vigente, asegúrate de que cada uno de ellos recibe una atención individualizada.


Ése es mi trabajo (¡Qué bien viven los maestros!).


Recuerdo mis clases con ellos como una hora en las que me sentaba delante del niño con el autismo más severo (En realidad dudo del diagnóstico, porque se interactuaba bastante bien con el chavalito) a intentar cumplir mis objetivos del día:

- Que fulanito no se tire al suelo.
- Que menganita no imite al otro cuando se tire al suelo.
- Que no se hagan daño.
- Que no se claven el lápiz.
- Que no se lo claven a nadie.
- Trabajar la expresión corporal (bailar, generalmente), sin que nadie se lleve una patada, ni se desmadre, ni se dé sin querer contra ningún mueble.
- Que mi Ásperger tenga momentos en los que salga de su mundo.
- Que mi nene de altas capacidades no sienta que estamos perdiendo el tiempo.
- que el resto de la clase aprenda algo y pase un rato agradable.
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Y no me salía del todo mal.

Después de meses quejándome de la escasa e inútil formación que tenía al respecto (y que he ido y voy ampliando por mi cuenta), me dí cuenta que la materia fundamental para trabajar con la diversidad de niños en el aula son la paciencia, el cariño, la empatía y el buen humor. Porque con TODO tipo de niños puedes interpretar de la misma forma el entusiasmo, el llanto o la sonrisa.




Gracias Mamiago por acordarte de los profesionales que acojemos a todos los niños en aulas ordinarias.

Comentarios

  1. Tienes razón Lileth, además, el video es precioso.
    Es muy difícil el trabajo con un niño con autismo, si es muy profundo, pero yo he podido comprobar que hay evolución, y que por supuesto se comunican y dan cariño, y les gusta recibirlo igual que todos los niñ@s.
    Por cierto, tu como profesional ¿Crees que es mejor que estén en aulas especiales, sólo con niños con una "discapacidad" o que es mejor que estén con niños "normales", como fue en tu caso?
    un beso

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  2. ¡Vaya! Si tu día a día es así... La verdad es que tiene mucho mérito lo que haces, y muy poco reconocimiento.

    Yo no trabajo en educación y mi desconocimiento sobre el autismo es total así que, sólo puedo decirte, ánimo y felicidades por la estupenda labor que haces a diario con esos niños.

    Un saludo.

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  3. Maeva, la pregunta que me formulas me la hago yo muy a menudo. Pienso, que hay casos y casos, y que se debería comenzar por ser un poco coherentes y si por ley todos los niños van al aula ordinaria, al maestro ordinario se le debe proporcionar la formación y los apoyos adecuados para que estos niños se vean beneficiados de la situación.

    Hackett, gracias por la valoración; afortunadamente todas las aulas no son casos tan extremos como el que he puesto de ejemplo, pero es cierto que los maestros nos encontramos día a día con un aula compuesta por alumnos que son diferentes por sí mismos y que requieren de una gran atención y esfuerzo del docente.

    Al fin y al cabo, nuestro trabajo busca lo mejor para el niño, igual que hacen sus padres.

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  4. Te admiro, es verdad que nos nos forman para llevar casos como el autismo. La diversidad está a la orden del día. Uno de mis mayores miedos es no saber controlar la clase, ¿algun consejillo? jejeje, un besito enorme campeona.

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  5. Julia, la pregunta del millón es esa... ¿Cómo se controla una clase?

    No te sé explicar... Pensaré en ello.

    Besos

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  6. Me ha gustado mucho tu post. La verdad que es un tema complicado, pero me voy a mojar y contestar a la pregunta que han hecho antes:

    Según qué casos, yo sí considero que es mejor un aula especial que el aula ordinaria. ¿Y qué casos? Pues ahí ya habría que estudiarlos uno a uno. De todos modos, aunque acudan al aula especial, siempre hay momentos en los que se integran con los demás, es cuestión de compensar. En concreto yo tengo a una alumna en clase que acude al aula de especial y tengo que decir que conmigo nunca va a hacer tanto como lo hace en el aula de especial. Es así, yo no me puedo dedicar a ella al 100% y lo que conseguiría conmigo en una semana, lo consigue en un día en su aula. Por eso digo que hay casos, porque otras veces he sido yo la que ha pedido más horas en el aula ordinaria.

    Y bueno, no me enrollo más.
    Saludos ;-)

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