Cádiz

El domingo, después de desayunar en la misma puerta de la catedral de Málaga, cogimos carretera de costa hacia Cádiz, ciudad a la que no conocía y tenía muchas ganas de visitar.



Fuimos por la N-430, que de nacional tiene poco, si acaso las curvas y unas incorporaciones de lo más peligroso.



Impresiona ver cómo, desde Málaga hasta Sotogrande, no hay un solo hueco cerca del agua donde construir. Apartamentos y chalés de lujo, y ni un sólo cartel en español. Bueno, sí, los de las ofertas del Día o del Carrefour.



Pasando Sotogrande cambia la vegetación y las construcciones se hacen menos presuntuosas, lo cual por un lado nos apena (ver el concesionario de Rolls Royce tiene su aquél) y por otro nos alivia.



Bordeamos Cádiz pasando por Tarifa (Plagado de gente haciendo Skyte surf, ¿Se escribe así?) donde, al pasar, vimos un supermercado que se llama "Supermercado el porro"... lo prometo.



Intentamos parar en Algeciras para comer, pero la ciudad estaba muerta y no había nada abierto, así que seguimos para adelante.




Cádiz es un oasis enclavado en medio del mar, y con un paseo marítimo impresionante. Como la temperatura acompañaba, la gente estaba en la playita tomando el sol y bañándose. La próxima vez que visite Cádiz me llevo el bikini y la tabla de Bodyboard, porque había una calita con unas olas muy apañadas. La verdad es que me moría de envidia viendo a los surfistas.

Al lado del paseo marítimo, muchos colegios e institutos de secundaria. La verdad es que de haber vivido ahí no sé cómo me las habría arreglado para aprobar nada porque con esa playa al lado, el chiringuito listo para desayunar... así no hay quien vaya a clase.

El centro histórico de Cádiz es más bonito que en las postales, que ya es decir. Las calles del centro son dignas de recorrer viendo edificios y respirando el ambiente de la ciudad. Afortunadamente están restaurando muchos de ellos, porque la verdad es que merece la pena.

Y ya que hablamos de respirar, un apunte para los gaditanos: no haced pis en cualquier lado, que luego la ciudad huele fatal y no resulta nada agradable.

Por lo demás, estupendo mi primer contacto gaditano.

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