De cómo para tirarte un farol tienes que tener la sartén por el mango

En todos los artículos que puedas leer en prensa especializada acerca de cómo afrontar los primeros días en un trabajo se encuentra la misma recomendación acerca de tener claras cuáles son las funciones.

Y para un maestro, dejando al margen ciertas tareas administrativas de cara al Centro educativo y a la administración, nuestro trabajo se centra en llevar para adelante una clase dignamente y enseñar lo que toque. A grandes rasgos, eso.

Pero, como en todos los trabajos, se termina haciendo una serie de extras que pueden ser más o menos agradables. En mi caso, uno de esos extras es el bailecito de la verbena de fin de curso. En ningún sitio pone que los maestros debamos ser coreógrafos expertos, ni que debamos tornar las horas de docencia pura y dura por esos bailes en el gimnasio u otro espacio dirigiendo a nuestra clase para una actuación digna de UPA Dance.

Pero, como en todos los trabajos, si hay que hacerse se hace. Y lo mejor posible.

Como a mi, en el fondo, me gusta más un bailoteo que a un tonto un lápiz, todos los años termino haciendo el baile que me corresponde y el de dos o tres clases más de regalo. Junio se me pasa corriendo de clase en clase con el aparato de cd's y sin ponerme unos zapatos decentes porque tengo que bailar. Como le dije a una compañera el otro día, mejor me aprovecho, porque en unos años ya no me dará el cuerpo para tanto.


Elegí la canción, me partí la cabeza para un atuendo favorecedor a coste cero para las familias (lo juro), organicé la coreografía y empecé los ensayos.

Parte 1: ¿A que te hago chantaje?

Al tercer día, a las dos de la tarde (y dejo claro que a las dos termina mi horario de trabajo con lo cual si atiendo a alguien ya es un extra) una mamá se me cuela en la clase.

- Que te vengo a hablar de la verbena.

- ¿Ahora? Venga, dime.- Me doy cuenta de que es inútil pensar que ese día me va a dar tiempo a comprar pan. Lo venderán todo antes de que llegue a la tienda.

- Que me han dicho las niñas que las has puesto en el baile al lado de fulanita.- Son dos, hermanas, que las tengo juntas en clase.

- Sí.

- Pues que si no las pones en otro sitio que sepas que las niñas no bailan.


MANDA HUEVOS.


- Pues que no bailen- Esta no sabe con quién ha ido a dar.

- Es que no me gusta que estén ahí, y si no las cambias pues las niñas que sepas que no van a bailar.

- Pues que no bailen, no es mi problema. ¿No quieres que bailen? No bailan. Que vaya, que cerca de fulanita tienen que estar tres minutos de reloj que dura la canción y encima del escenario, que ni le tienen que hablar ni nada. Mucha tontería veo yo aquí... pero vaya, que sin problemas, dos menos.



Evidentemente me voy a casa muy enfadada, no sin antes comentarlo con el equipo directivo antes de salir, que me apoya en la indignación de que alguien me venga de esta forma.

Debo hacer un inciso para contar que siempre hago las coreografías teniendo en cuenta que eso de las fiestas y los bailes se hace para que mami, papi, los abuelitos y los titos vean al vástago bailando sobre el escenario, por lo que incluyo los movimientos necesarios para que todos hagan un trozo bueno de la canción en la primera fila, por lo que a la dificultad de aprender los pasos unimos lo de moverse por el escenario al menos dos o tres veces.


Cambio la coreografía, reajustando los huecos. Dos niños más se me caen del cartel por causas justificadas. Vuelvo a cambiar la coreografía. Dos días después de que la madre me viniese en ese plan pido a los nenes y las nenas que digan en casa que por favor me confirmen si vendrán a la verbena o no.


Parte 2: Hago lo que me da la gana, y te lo digo a título informativo


La verbena es este viernes. Llevamos tres semanas y pico de ensayos. Y el lunes me viene la mamá en la fila, a las nueve de la mañana y muy sonrientemente me espeta:

- Que las niñas bailan, ¿eh?

- Pues no, ¿eh? ¿Cómo van a bailar tus niñas? Faltan cuatro días para la verbena, tus hijas no se saben la coreografía, no pienso volver a cambiar la coreografía de los demás por meter a tus hijas cuando ya la tuve que cambiar por lo mismo cuando me dijiste que no bailaban... Mira que tuviste tiempo de cambiar de opinión, ¿eh?

- Pues ya les he comprado la ropa y todo ¿eh?

- Pues mal hecho, deberías haberlo consultado conmigo.



Cojo la fila de mis niños y me los llevo escaleras arriba. Sigo pensando lo mismo que hace tres semanas, "manda huevos".


Como quiero saber la opinión de mis alumnos, que tendrán siete años pero que de gilipollas no gastan un pelo, les expongo la situación obviando detalles que sobran.


- Mirad, me ha venido diciendo la mamá tal comentándome que si al final pueden bailar, que a ver qué os parece, porque podemos cambiar la coreografía para volverlas a meter.

Levanta la mano Danielito, que tiene igual de rápidos el cuerpo, la mente y la lengua.

- No me parece justo.

- ¿Por qué, Daniel?

- Llevamos muchos días ensayando, nos ha costado mucho mucho aprendernos las cosas, al lado de quién vamos... Y ya lo tuvimos que cambiar cuando ellas dijeron que no bailaban...

- ¿Qué opináis los demás?


Habla P, que suele quedarse al margen de estas cosas.

- Yo pienso lo mismo, además, ya preguntaste que quién bailaba y quién no, y ellas no se saben nada ahora.



Sabiendo que tengo el beneplácito de los que considero más importantes, convoco una reunión porque varias madres me han expresado dudas acerca de la ropa que han de llevar los niños.



Parte 3: Intento dejarte como una mala persona en público.


Adivinad quién se presenta en la reunión.



- Que te vengo a pedir que le des una oportunidad a las niñas- me dice poniendo cara de pena ante las demás madres y casi cuela, pero mete la pata.- que no les has dado ninguna oportunidad.

- Eso es mentira, han tenido su oportunidad como todos los demás niños de su clase, pero viniste y me dijiste "y aquí resumo a grandes rasgos omitiendo el nombre de la niña despreciada lo que pasó en primer lugar".

Que oye, si viene a decirme cosas en la reunión a dar pena que yo también sé decir cosas, y ninguna es mentira.


Las madres empiezan a opinar también algunas verdades y la señora se va. Pero intuyo que volverá.


Parte 4: Pues ahora voy, y te amenazo.


Y vuelve de nuevo a las dos. Fuera del horario de atención a padres. Genial. Se me cuela en clase, con las niñas, y me suelta:


- Yo no tenía quejas de ti hasta ahora, pero voy a tener que hablar con dirección o algo a ver si se soluciona esto.

- Acabáramos- Le suelto. - Niñas, salid al pasillo y cerrad la puerta.- Sí, es mi clase y acabo de echar al pasillo a sus hijas porque le voy a cantar las cuarenta a la mala pécora de su madre.

Respiro y empiezo.

- En primer lugar, te voy a dejar muy clarito unas cuantas cosas. Lo primero es que lo del baile es un extra para todos; para las madres que buscan la ropa, para los niños que bailan y también para los maestros. Estoy trabajando, pero ocuparme de esto no es mi obligación, como tampoco lo es atenderte a la hora de la salida. En segundo lugar yo estoy trabajando, y tú viniste a mi trabajo a imponerme unas condiciones o si no no bailaban las niñas. Y a mi las condiciones de trabajo me las pone la administración, dirección o yo misma, pero en ningún caso una madre y mucho menos en las condiciones en las que viniste a hablarme que fueron realmente muy desagradables¿Crees que soy una de tus hijas? ¿Que si no me tomo la cena no me llevas a jugar al baile? Yo soy una profesional en mi puesto de trabajo, señora. ¿Que hasta ahora no tenías quejas de mi? Yo sí tengo esta queja de ti. Me has venido a mi puesto de trabajo varias veces a intentar manipularme y eso no lo voy a consentir porque estoy trabajando y me merezco un respeto.

- Yo reconozco que las formas en las que vine no fueron las mejores.

- No es que no fueran las mejores, es que fueron lo peor.



Parte 5: Pues ahora voy, y te miento.



- Pero las niñas me dijeron que tú dijise que dabas una oportunidad.

- ¿Eso te dijeron las niñas?

- Sí, me dijeron que la maestra ha dicho que si queremos bailar que nos da una oprtunidad.

- Eso es mentira, y si tus hijas te han mentido yo no me voy a hacer responsable de eso. ¿Seguro que te dijeron eso?


Silencio.

- No, seguro no.

- Ah, ya decía yo. De todas formas has tenido mucho tiempo para venir, igual que viniste la primera vez con pasito ligero, a decirme "Lileth, he cambiado de opinión, que las niñas bailen". Y no hubiera pasado nada. ¿Pero sabes qué pienso? Pienso que tú pensabas que yo iba a ceder a tu presión, que iba a poner a las niñas donde tú me dijeses y por eso les preparaste la ropa. Pero el tiro te ha salido por la culata porque has visto que llegaba la verbena y yo no te he dicho nada.

- No, si yo ya sé que las niñas no bailarán.

- Claro que no.



Por ahora la historia ha acabado aquí, pero de aquí al viernes... Me espero cualquier cosa desagradable.



Parte 6: Lo que pudo haber sido y no fue


Imaginad que, en su momento, esta señora me hubiese venido a decir:

- No estoy cómoda (o no me gusta) con la pareja de baile de mis hijas, ¿es posible que bailen con otra persona?

- Pues sí, mujer, mañana mismo intento cambiarlo.

Y ale, para casa.




Aclaración.

La mamá desagradable está medio peleada con la mamá de la otra implicada. Muy maduro todo, ¿verdad?

Las niñas son amigas, entre las tres no hay problemas.

Comentarios

  1. La gente esque se aburre y no tiene nada mejor que hacer que dar por saco de verdad!! Yo no se como aguantas!! Esperemos que para la proxima la señora haya aprendido la leccion

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  2. Esas niñas no deben pagar las malas formas de su madre.Sería muy injusto.

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  3. Los niños hay que mantenerlos al margen de los malos rollos de los padres porque finalmente son ellos quienes sufren las consecuencias. Al final estas niñas se quedan sin bailar por la cabezonería y maldad de su madre.

    Yo tengo una relación parecida con alguien, bueno más bien no tengo relación, hace años que no cruzamos una palabra pero nunca he tenido una mala cara para sus hijos (por la cofradía coincidimos muy a menudo) ni he propiciado ninguna reacción en mi hijo. De hecho los nenes cuando se juntan, se lo pasan pipa y mi hijo siente predilección por el más pequeño de los dos hermanos.

    Como maestra has actuado como debías, espero que el centro te apoye, creo haber leído que si, porque después de tanto, a mi me parece que esta madre no va a tirar la toalla si aún puede hacer algo.

    Ya nos contarás cual es el final de la historia.

    Besos.

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  4. Madre mía, lo que hay que aguantar... Claro que yo me corto un poquito más con las familias, porque llevo ya cuatro años en el centro y muchos más que espero pasar allí, pero olé por ti ;)

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  5. ALESGOPE, yo tampoco sé cómo aguanto.

    Anónimo, también es injusto que en mi profesión tengamos que aguantar y pasar por alto este tipo de faltas de respeto. Hacemos un trabajo muy serio. Recuerda que yo no excluyo, excluyó la mamá. No puedo hacer magia a días de la actuación.

    Lina, creo que es evidente que esta señora ha actuado así en el pasadoy le ha ido fenomenal.

    Elena, pienso que todos debemos darnos a respetar, ¡que nos toman por sopa! Y tenemos una gran labor.

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  6. Ole, ole y ole. Ojalá todo el mundo supiese resolver los conflictos como tú, no puedo decir más.
    Un besazo, Lileth!

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  7. Madre mía Lileth, cada vez que leo tus historias pienso que las mamás de tu cole son lo peor. Pero seguro que hay muchas como esas...
    Cómo mamá primeriza te prometo, no, te juro ¡qué jamás seré una mamá petarda como esas!
    Y ole tú! por mantenerte en tu sitio.
    Bicos

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  8. Ahora entiendo porque en el cole de mi hijo, antes de empezar los ensayos del baile de las fiestas del cole, nos pasan una circular para que firmemos los padres donde pone que los padres no opinarán sobre qué canción se baila, qué ropa se elige ni sobre la coreografía de la misma.
    Me parecía un poco exagerado pero ahora veo que tiene una razón de ser.

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  9. Si la madre se merece eso y más...pero sus hijas........supongo que no.

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  10. Jess,
    He estado buscado el icono "aplausos" y no lo veo, que es lo que te mereces, con dos...Yo creo que por eso no soy profesora por que no sabria imponerme. En mi clase no pasan cosas asi, tu cole, bueno rectifico, tus madres, son dignas de estudio. En mi clase tienes mas afinidad con unas que con otras pero si se tiene que tratar un tema escolar los malos rollos se dejan aparte. Ahora te advierto y ya nos lo confirmaras ¡esa seguro que no participa en tu regalito de fin de curso! jajajaja. Vaya tela, algunas madres tendrian que ir a un zoo por ser raras, raras, raras.
    Besitos desde el sur!!!!

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  11. pensaba que lo de no bailar juntas era cosas de las niñas, y resulta q es cosa de la madre, que manera de complicarse la vida, y sobre todo de complicársela a sus hijas, que atraso....espero q las niñas no dejen de hablarse. saludos

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  12. ole tus c....! yo soy maestra también y ojalá "supiera" poner en su sitio a más de una
    Mercedes

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  13. Ya lo he dicho en otras ocasiones y lo reitero: De mayor quiero ser como tú!!!!

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