Eres un blandito, y sé que sabes que lo sé
Una de mis amigas tenía un novio guardia civil. Y, ahora lo puedo gritar a los cuatro vientos, mi Jabalí lo llamaba "El pusilánime". Porque daba la mano blandita.
El Jabalí dice que se puede saber mucho de un hombre con la forma de dar la mano; quien la aprieta mucho, quien parece tener la intención de hacer daño, y quien te da la mano blandita, como muerta. Él tiene toda una teoría respecto a eso, divertidísima. Curiosamente yo nunca le he dado un apretón de manos al Jabalí, me gusta mantener parte del misterio en nuestro matrimonio.
Esta mañana, en uno de esos momentos en los que reina la paz, los niños hacen sus matemáticas, y yo programo las actividades de toda la semana, organizo el trabajo... Y me siento, que a veces se agradece mucho. Esta mañana, como decía, ha entrado en la clase un policía local.
Jovencito.
Mis alumnos, que son unos cachondos, dan paso a la gente cuando llaman a la puerta (que he de decir, de paso, que cuando alguien llama a la puerta suelen ser extraños, porque mis compañeros tienen la curiosa costumbre de entrar en la clase como Perico por su casa. Que me ha pasado que estoy corrigiendo exámenes y al levantar la vista me encuentro al conserje con los pintores en medio de la clase) de forma totalmente espontánea.
-Toc, toc.
- ¡Paseee!¡Adelante!- Dicen mis alumnos.
- Pero bueno, ¡que soy yo la que tiene que dar permiso!.
Pero ellos me ignoran y yo lo he cogido como una verdadera costumbre graciosa de mis alumnos porque, al fin y al cabo, también es su clase.
- Toc, toc.
- Paseee- Gritan, como de costumbre, mis retoños.
Se abre la puerta y asoma la cabecita con gorra de un joven policía local.
- Pase, pase, que los críos le han dado permiso.
El policía local pestañea, pero entra mientras observa a los niños, que siguen a lo suyo.
- Qué calladitos y qué buenos.
Mal asunto un policía que se asombra del orden que mantienen unos niños de siete años trabajando en clase.
El pobre hombre me da la mano y zas, una mano blandita, como muerta, repelentosa. ¡Qué mala impresión me llevo! Lo blandito de la mano lo extiendo a toda su persona y me acuerdo de las cosas que me dice el Jabalí.
Intenta hablarle a los niños que pasan de él hasta que yo les llamo la atención y les pido que echen cuenta al señor policía. El señor policía me mira con admiración. Si te tengo que dar lecciones de autoridad, machote, mal vamos.
Venía a hablarnos de una carrera ciclista que se va a celebrra en el pueblo que, supongo, lo organizan elllos y bla bla bla.
-Y va a haber al final sorteos de un montón de cosas chulas, como balones, bicicletas...
Y entonces ¡zas! mi Danielito comenzó a expresarse.
-A mi nunca me toca nada- dice mi Danielito.
- Bueno, pues a ver si esta vez te toca algo, un balón, o una bici.
- Yo de mayor voy a tener un coche patrulla.
El señor blandito mira a Danielito, infla pecho y le suelta:
- Ah, ¿De mayor quieres ser policía?
Danielito pone cara de horror y niega con la cabeza.
- ¡No! Yo de mayor voy a ser futbolista, pero me voy a comprar un coche patrulla.
El señor blandito me mira perplejo.
- Si es un buen futbolista se va a poder comprar un coche patrulla y lo que le de la gana. - Le suelto, sonriente. Poco orgullosa que estoy yo de mi Danielito.
El señor blandito asiente, se despide y se va.
Los niños ya no quieren ser policías, porque saben que el dinero lo compra todo.
El Jabalí dice que se puede saber mucho de un hombre con la forma de dar la mano; quien la aprieta mucho, quien parece tener la intención de hacer daño, y quien te da la mano blandita, como muerta. Él tiene toda una teoría respecto a eso, divertidísima. Curiosamente yo nunca le he dado un apretón de manos al Jabalí, me gusta mantener parte del misterio en nuestro matrimonio.
Esta mañana, en uno de esos momentos en los que reina la paz, los niños hacen sus matemáticas, y yo programo las actividades de toda la semana, organizo el trabajo... Y me siento, que a veces se agradece mucho. Esta mañana, como decía, ha entrado en la clase un policía local.
Jovencito.
Mis alumnos, que son unos cachondos, dan paso a la gente cuando llaman a la puerta (que he de decir, de paso, que cuando alguien llama a la puerta suelen ser extraños, porque mis compañeros tienen la curiosa costumbre de entrar en la clase como Perico por su casa. Que me ha pasado que estoy corrigiendo exámenes y al levantar la vista me encuentro al conserje con los pintores en medio de la clase) de forma totalmente espontánea.
-Toc, toc.
- ¡Paseee!¡Adelante!- Dicen mis alumnos.
- Pero bueno, ¡que soy yo la que tiene que dar permiso!.
Pero ellos me ignoran y yo lo he cogido como una verdadera costumbre graciosa de mis alumnos porque, al fin y al cabo, también es su clase.
- Toc, toc.
- Paseee- Gritan, como de costumbre, mis retoños.
Se abre la puerta y asoma la cabecita con gorra de un joven policía local.
- Pase, pase, que los críos le han dado permiso.
El policía local pestañea, pero entra mientras observa a los niños, que siguen a lo suyo.
- Qué calladitos y qué buenos.
Mal asunto un policía que se asombra del orden que mantienen unos niños de siete años trabajando en clase.
El pobre hombre me da la mano y zas, una mano blandita, como muerta, repelentosa. ¡Qué mala impresión me llevo! Lo blandito de la mano lo extiendo a toda su persona y me acuerdo de las cosas que me dice el Jabalí.
Intenta hablarle a los niños que pasan de él hasta que yo les llamo la atención y les pido que echen cuenta al señor policía. El señor policía me mira con admiración. Si te tengo que dar lecciones de autoridad, machote, mal vamos.
Venía a hablarnos de una carrera ciclista que se va a celebrra en el pueblo que, supongo, lo organizan elllos y bla bla bla.
-Y va a haber al final sorteos de un montón de cosas chulas, como balones, bicicletas...
Y entonces ¡zas! mi Danielito comenzó a expresarse.
-A mi nunca me toca nada- dice mi Danielito.
- Bueno, pues a ver si esta vez te toca algo, un balón, o una bici.
- Yo de mayor voy a tener un coche patrulla.
El señor blandito mira a Danielito, infla pecho y le suelta:
- Ah, ¿De mayor quieres ser policía?
Danielito pone cara de horror y niega con la cabeza.
- ¡No! Yo de mayor voy a ser futbolista, pero me voy a comprar un coche patrulla.
El señor blandito me mira perplejo.
- Si es un buen futbolista se va a poder comprar un coche patrulla y lo que le de la gana. - Le suelto, sonriente. Poco orgullosa que estoy yo de mi Danielito.
El señor blandito asiente, se despide y se va.
Los niños ya no quieren ser policías, porque saben que el dinero lo compra todo.
Pues estoy con el jabalí, la mano si se da se da de forma firme (no apretando ni intentando dejar sin dedos a la otra persona), pero que no parezca que te da cosa el contacto ajeno xDDDD
ResponderEliminarEsto me recuerda a mis días de colegiala y la gracia que nos hacían los policías y las charlas de Educación Vial que nos daban xD
Comparto la opinión, los hombres que dan la mano flojita me dan mal rollito. El último que lo hizo fue el neurólogo que ve a mi abuela cuando se nos presentó, muy mal. Ahora, que aún recuerdo a uno super creído que me ofreció la mano casi como la ofrecían las antiguas damas para que se la besaran, te lo juro...
ResponderEliminarNunca he reparado en esto de las manos al saludar, supongo que ahora me picará la curiosidad y estaré más pendiente...
ResponderEliminarSi hija si, el poderoso Don Dinero, hace unos días, en el grupo joven de la cofradía, una de las nenas me dijo que de mayor su profesión sería ser famosa porque así tendría mucho dinero. Cuando pregunté cómo me dijo que empezaría entrando en Gran Hermano...
En fin...
Yo, de hecho, cuando alguien me da la mano blandita, se lo digo... "¡Pero como puedes dar la mano así!" ... Joder, que no nos vamos a enrollar. Muy buena y acertada tu reflexión final, amiga. Un beso ;)
ResponderEliminarAy dios, lo que me he reído. Me imagino al policía un poco pardillo y Danielito diciéndole que efectivamente lo que quiere ser es futbolista. Danielito es listo, yo también quiero.
ResponderEliminarasi me gusta, enseñando a los niños lo importante: que con dinero se compra todo XD. en vez de llevarles a un policia local, ya puestos, llevadles a paquirrin. seguro que os es de mas utilidad a todos
ResponderEliminarQuerida Lilieth.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo que mano blandita, tipo blandito... pero me gustaría saber la teoría del Jabalí, a ver si coincidimos.
Besos.
"Los niños ya no quieren ser policías, porque saben que el dinero lo compra todo"
ResponderEliminarUna reflexión final demoledora y un poco deprimente, la verdad, pero cierta 100%
Lo compra todo o casi todo, para algunas cosas no sirve, pero con la juventud actual que a lo máximo que aspiran es a entrar en Gran Hermano o ser tronistas vamos apañaos (generalizando que ya sé que no todos son así y generalizar es muy malo). Un saludo
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