En este Belén cabe de todo

Esta semana, como suele ser típico, mis niños y yo hemos estado de excursión. Y, como decenas de colegios de la provincia, hemos ido a un pueblo cercano a la capital, Beas, donde una hermandad organiza desde hace más de treinta años un belén viviente con los niños de la localidad.

En el Belén, de estilo andaluz, vemos estampas típicas como la anuncación, el portal y los reyes magos y otras menos habituales, como el molino de aceite. Todo ello representado por niños y adolescentes ataviados para la ocasión y desarrollando su papel con más o menos éxito de público.

Cuando volvimos al colegio, mi alumnado encantado con lo visto y vivido, pregunto que, de hacerse un Belén viviente en nuestro pueblo qué papel les hubiera gustado desempeñar en el mismo.

Obviamente mi pequeño gay se decantó por ser un ángel...

- Con unas alas blancas llenas de plumas que se muevan con el aire- especificó.

Entre las niñas muchas vírgenes María, alguna que otra lavandera...

El que nunca dice nada se pronunción diciendo que a él, lo que más le hubiera gustado ser, erasoldado romano.

Hasta que pregunté a Danielito que vino, como de costumbre, a romperme los esquemas.

- Daniel, ¿Y a ti, qué te hubiera gustado ser?

- Yo el que tiene la cuerda de la máquina esa con la cuchilla que corta cabezas.

- ¿El de la guillotina? ¡Si no hay guillotinas en el Belén!

- Ya lo sé, pero qué guay hubiera sido - me dice, soñador- qué guay...


A mi se me saltaron las lágrimas de la risa, pero ninguno de mis alumnos entendió la cosa. Ya que hay caganet, y cada año está de moda incluir la figurita de un personaje de la farándula o la política yo, cuando tenga espacio en mi casa, y ánimo, para hacer montar el Belén, voy a incluir una guillotina con su verdugo. En honor a mi Danielito. Si los romanos hubieran sido igual de visionarios y entusiastas que él en nuestras iglesias en vez de cruces lucirían guillotinas con cuchillas relucientes.

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