A los invitados hay que tratarlos bien

Hoy los más peques del cole han ido de excursión. Todos menos dos que me han tocado en suerte, porque soy la maestra más molona de todo el cole.

Por tanto hoy nos hemos juntado en mi aula mis nenes habituales (os recuerdo que tengo tercer y cuarto curso mezclados), uno de segundo que es un pelín gamberrete y uno de tres años rubito, regordete y con una naricilla tan pequeña que parecía un pegotillo de plastilina.

La primera hora y media genial contra todo pronóstico; el peque coloreando, el mediano haciendo cositas en su librito y el resto concentrados en sus divisiones y multiplicaciones.

A las once de la mañana el peque me dice, con razón y en su media lengua, que de seguir haciendo fichas nones, así que le dejo el juego de construcciones. Eso sí que le gusta, porque se pone a hacer torres graaaaaandes, graaandes, que cuando se caen hacen un ruido horroroso. Él se lo pasa bomba y mis alumnos se distraen. Pero como el chico tiene tres años, pues mira... Que por un día tampoco me va a pasar nada.

En ese momento me pongo con los de tercero a corregir unos ejercicios de lengua que hicimos ayer, de buscar palabras en el diccionario. En uno de esos momentos en los que estamos más concentrados, en que la torre del peque aún se está construyendo se escucha algo parecido a un trueno:

- RRRRRRAAAAAASSSSS - Si lo decimos como onomatopeya bastorra sería un "¡RACAA!".

Aún no he procesado el sonido cuando mi D se lleva las manos a la boca y dice:

- ¡UIIISH!

Inmediatamente el crío se empieza a poner del color de los carabineros.

- ¡Qué ascoooooo!- Dicen los demás a coro y partiéndose de risa.

Yo no puedo hablar porque me estoy retorciendo  y no puedo respirar. Qué gracia me ha hecho el crío con su cara de culpable. Fijo que apretó y no pensó que fuera a sonar tanto y ya digo... ¡Como un trueno!

Cuando consigo hablar le digo al nene, secándome las lágrimas:

- No pasa na, chaval, eso le pasa a cualquiera; anda y ve al baño a apretar un poquillo a ver si sale algo...

Lo mejor, lo mejor, fue que el de tres años no perdió detalle y se tiró el resto de la mañana cogiéndonos desprevenidos:

- ¡Se ha tirado un peo!- Decía cuando no nos acordábamos señalando al culpable.

Y claro, otra vez a reírnos.

Bien mirado, nuestros invitados de hoy se lo han pasado pipa. Y nosotros también.

Comentarios

  1. Pobrecito el causante del gas... ha tenido que pasarlo mal durante toda la mañana... eso si, el resto de maravilla.

    Tu no te aburres en clase (por lo que leo...).

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  2. Jajajajaja, de aquellos que piensan que serán silenciosos y después no saben donde meterse. Al pobre se le quedará elpedorro de por vida...

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  3. Yo no podría con tantos niños, y soy madre de 3.
    Me da pena el del pedo, ahora se quedará traumatizado por un tiempo.

    Besitos

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