Programando rumbos

En mi nuevo destino en Cabra del Santo Cristo, doy clase a 1º y 2º de ESO de francés, a 2º de Lengua y Literatura y soy tutora de un grupo de 2º de ESO.

Como en el pueblo no hay opción de estudiar más allá de 2º de ESO, para seguir cursando estudios han de desplazarse a Huelma, que está a unos buenos kilómetros de aquí. Los chicos que siguen cursando estudios en el instituto tienen derecho a un autobús gratuíto que los desplaza hasta el otro pueblo y los trae a medio día, cuando terminan la jornada.

Sin embargo, lo que para la mayoría de los alumnos hoy en día es un paso lógico, el paso de 2º a 3º de ESO, no es tan obvio en mi alumnado.

Desde que empezamos la carrera de magisterio nos dicen lo determinante que resulta la familia y el entorno. Y en colegios como este es, más que determinante, es castrante.

Tener un terreno o una pequeña empresa familiar no es infrecuente en Cabra, y se espera que los chicos continuen esa labor. Labor para la cual sólo resulta necesario tener cumplidos los 16 años (aunque desempeñen tareas "para ayudar" por las tardes desde un tiempo antes).

¿El resultado? Un alumnado claramente desmotivado, que está "de relleno" en algunos casos (esperando a que termine el curso para empezar a trabajar a tiempo completo) y, en los casos de los alumnos y alumnas que no tienen esa presión familiar, me encuentro con la ausencia de referentes y modelos a seguir.

Más que dar clase, a veces mi trabajo se limita a guiar, a ofrecer posibilidades de futuro, a orientar.

¿El orientador u orientadora de centro? Lo compartimos con Bélmez de la Moraleda, Cambil, Huelma... Pasa los miércoles.

En muchos casos, los alumnos son plenamente conscientes de sus limitaciones, no son capaces de cursar estudios superiores y ellos lo saben. Los módulos de formación profesional son su mejor opción, pero el transporte hasta donde los tengan que cursar no es gratuíto. El sistema de becas de la Junta de Andalucía es la única salida, pero solicitar una beca sin tener información, ni guía de cómo se hace resulta una tarea desalentadora.

Tengo un alumno, huérfano de padre, que quiere ser fontanero.

- Se gana dinero, maestra, y yo no sirvo para estudiar, me viene grande. Pero si me tengo que ir lejos ni ayudo en casa ni mi madre me lo puede pagar- me decía.

Para que luego la gente se pida las becas para hacerse el traje de gitana para la romería del pueblo, que las hay.

Qué mal se reparte el mundo.

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