Violencia en las aulas

Martes, 13 de noviembre de 2007


Mi clase, aunque en un momento me parecía improbable, mejora. Hoy no ha habido ninguna pelea en la que tenga que meterme por medio a separar a los chicos. Ayer sólo una. Vamos mejorando.

Pongo en juego todos los conocimientos y estrategias de cursos de habilidades sociales y de resolución de conflictos en el aula.


Algunos alumnos me responden mejor y otros, peor.


En concreto estoy trabajando con un alumno el control de la ira. Él confiesa que cuando se meten con él (y prometo que no paran) se enfurece y no puede controlarse. Así que antes de que se líe a patadas y puñetazos con el otro, lo separo, lo llevo aparte y trabajo con él alguna técnica de relajación básica, como respirar, pensar que si queremos no nos afecta lo que nos ha dicho… Y la furia desaparece. No es que el chico deje de estar enfadado, pero al menos no se convierte en un bicho que pega.


Tengo otro de los chicos con el que funciono a ratos. Este pobre chico siempre viene sin ganas, sucio y sin ninguna motivación. Así que si se porta medio bien ya me puedo dar con un canto en los dientes.


Otro de ellos no soporta que preste atención a ningún compañero y creo firmemente que no es por niñería o mimería en casa, sino que verdaderamente hay pocas personas que le presten atención a menos que sea para regañar.


Con la metodología, alterno las fichas con mucho diálogo. Cuando llegué trabajaban el cuerpo, así que estoy aprovechando, dado el contexto donde se ubica mi centro, el autocuidado, la higiene, la alimentación y los hábitos sanos. Sobre todo aquello que ya somos mayores para hacer solos, como limpiarnos los dientes o, en la ducha, limpiarnos cuello, orejitas, genitales…


Es curioso cómo estoy trabajando las sesiones de plástica. Me he encontrado con un grupo acostumbrado a tareas totalmente estructuradas: En el hueco pones tal, en la línea pones cual… Que cuando se les propone algo medianamente creativo se bloquean, y acuden a mi todo el tiempo porque no saben qué es lo que tienen que poner ahí. Intento por tanto estimular la creatividad pero también cierto trabajo autónomo. Esto lo estoy haciendo a través de fotocopias donde se propone un escenario que hay que completar, por ejemplo, un acuario vacío, donde tenemos que imaginar qué peces o seres acuáticos fantásticos están ahí nadando.


He introducido una serie de rutinas a la entrada, donde los saludos y la comunicación emocional es fundamental. Pregunto qué tal el humor ese día, qué tal hemos dormido y con qué disposición venimos. He tomado para esto la introducción de las sesiones a las que tuve el privilegio de asistir en Proyecto Hombre, donde hice las prácticas de Pedagogía y donde aprendí más de lo que nunca podría agradecer.


Mañana tengo la intención de trabajar aspectos de la lectoescritura a partir del nombre propio (un enfoque muy constructivista, lo sé), porque quiero que las emociones positivas estén más presentes en el aula, a ver si relajo el ambiente.


Ya os contaré.

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