Como el ave Fénix

21 de noviembre de 2007

(Metallica- Turn the page)

El lunes cogí mi maletón, mi portátil, y tiré para el sur en dos guaguas con un sistema de aire acondicionado bastante decente. En mi iPod los Black Eye Peas, Extremoduro y U2 ponían banda sonora a mi huída hacia Enca, mi trozo de hogar en la isla.

Llegué ya de noche como quien llega de la guerra, de una que ha perdido. Esa noche, no recuerdo cambiar de postura en la cama antes de dormirme, lo cual se está convirtiendo en un hecho habitual en este año de aventuras.

Enca vive en Playa de las Arenas, un lugar turistico con una playa (más bien una cala) totalmente paradisíaca. Pese a que amaneció bajo una manta de agua, a las 11 de la mañana se abrieron claros que atrajeron a los guiris hacia la cala y la piscina de los apartamentos.

Durante la mañana me notaba en estado de shok, sin poder reaccionar, hablar o moverme. Conseguí ducharme. Las llamadas de mi madre al fijo de Enca conseguían animarme a ratos.

Salí al Mercadona con la intención de comprar algo para la comida y, sobre todo, porque tenía el síndrome de abstinencia de los yogures de bolitas de cereal y chocolate, que son mi nuevo gran vicio.

No me dio tiempo a recoger las bolsas que ya me había sonado el móvil con el nombramiento. Llamo inmediatamente al colegio y me medio entero de dónde está Valle de Guerra. Para el norte de nuevo.

Entonces es cuando comienza la odisea de buscar alojamiento.
Tres horas después, sin sitio para dormir esa noche las ganas de tirar la toalla eran poderosas: al norte no, al aeropuerto, me decía, yo me voy al aeropuerto y derechita para casa.

Menos mal que hay ángeles en el mundo, personas que son como familia que cuando estás tan lejos de tu casa te hacen sentir el calor de un hogar. Sinceramente gracias, de corazón.

Llego a La Laguna tras 4 horas donde viajo en dos guaguas, un tranvía y un taxi. La amabilidad de la gente que me encontré durante ese trayecto dejaba tanto que desear que notaba cómo me iba volviendo goda por momentos: odiaba a esta gente, a sus guaguas hipócritas con el lema "Tenerife amable"...

Menos mal que la noche termina bien, con un cola cao calentito que reconforta el alma.

Comentarios

  1. en esta profesión siempre encuentras alguien que te ayude. No lo olvides, algún día tú estarás en la posición de devolver ese favor a un desconocido/a. Es la cadena.
    Suerte, hermana.

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