Nunca digas...

No hace ni una semana que lo decía yo muy convencida:
- Aunque me prometa usted un movil que me tenga el desayuno hecho cuando me levante por las mañanas no le voy a dar el número de cuenta a nadie por teléfono, señora.
Y es que las teleoperadoras pueden resultar muy pesadas. Y esta lo era un rato. Reunía todas las características de una buena teleoperadora. Las palabras salían de su boca como una metralleta, y me llamaba por mi nombre con una soltura que no tiene ni mi madre. Evidentemente quería que me pasara a contrato, pero no me decía, deliberadamente, ni la tarifa mínima, ni el tiempo este que tienes que estar por narices con esa compañía, y quién sabe cuántas más cosas.
Total, que después de prometerme un móvil última generación y un ahorro inimaginable en mi cuenta de móvil va y me pide mis datos, entre ellos el número de cuenta.
- Ah, no, señora- Le dije.
- No le voy a dar a nadie mi número de móvil por teléfono, que están las cosas como para fiarse, ¿Cómo sé yo que usted es una comercial de Orange y no una estafadora que se va este verano de vacaciones con el sudor de mi frente?
Y ella insiste que te insiste; 20 minutos de reloj, la muy valiente, y yo que no, y que no, y venga a soltar frases ingeniosas (Supongo que haberme tragado las 6 temporadas de Las chicas Gilmore entrena de alguna forma). Hasta que se cansó y colgó ella.
Pues eso, que mira que dije que no le daba el número de cuenta por teléfono ni a mi padre, pero esta mañana me rendí y se lo dí a una teleoperadora... la de la Agencia Tributaria. Confirmé por teléfono el borrador de la Renta y, como me tienen que devolver, no me quedaba otra que darle a la señorita (que hablaba muy pausada, por cierto) mi buscado número.
Por cierto, que la señora de Orange siguió llamando en su línea, esto es, insistentemente, hasta que a las 2 de la tarde me harté y llamé a atención al cliente, donde me aseguraron que no estaban haciendo campaña y que, además, no tenían ninguna constancia de que me hubiesen llamado.
A las 4 de la tarde me vuelve a sonar el móvil y se produce la siguiente conversación:
- Doña tal?
- Si... ¿qué quiere?
- Le llamo de Orange, para ver si ha cambiado de opinión y tal tal tal. (tal= móvil de última generación).
- ah, ¿si?, ¿Seguro que llama de Orange?
- ¡Pues claro que estoy segura!
- Pues tenga cuidado y no se extrañe si no le pagan la nómina a final de mes, que en atención al cliente de Orange me dicen que no me está llamando nadie de Orange.
Y la tía insiste, valiente:
- Si usted me da su número de cuenta comprobará cómo recibe el móvil y bla bla bla...
- No, aqui quien va a comprobar algo es usted, de cómo voy a la policía nacional y dejo constancia de la estafa que están haciendo...
Y me colgó.

Comentarios

  1. Uys, ¿y no denunciaste?? Porque mira que me cabrean esas cosas, eh?? ñffñf
    A la OCU como mínimo habría ido yo! (y no sería la primera vez, juju)

    Saludos!

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