Examen oral
Yo pensé que lo tenía muy claro. Que en la encerrona, antes del examen oral, me iba a sentir tan desgraciada que lo único que iba a hacer era llorar. Y esta mañana tuve la encerrona. A las 8 de la mañana, para empezar mi intervención a las 9. Toma ya, a las 8 como los Sanfermines. Y no lloré, no. Porque me dió tal dolor de barriga por los nervios que lo único que podía hacer era concentrarme en intentar memorizar contenidos y objetivos mientras ponía todo el empeño posible en no hacérmelo encima. Menos mal que lo conseguí. Las academias deberían advertirlo: Para la exposición oral, tranquilidad, suerte... y una mudita, por si las moscas. Total, que hubo suerte, porque me salió mi unidad estrella, la que más me gusta, la que le tengo más cariño... Así que de cabeza y a ver qué sale. Hablé sin parar una hora, se me trababa la lengua, se me secaba la boca... ¡qué mal rato! Pero la siesta ha compensado... y mucho.