Ay! Capitán, mi capitán!

¿Os acordáis de la escena esta de la película "El club de los poetas muertos"? Sí, esa en que los alumnos se subían a las mesas y despedían a su profesor recitando.

Pues bien, hoy me lo ha hecho un alumno de primero de primaria. Yo había cantado con los niños al menos 15 veces esa de "Un día Noé a la selva fue" y estaba repartiendo folios para que me dibujaran al tal Noé, la selva y cuanto bicho se decía en la canción. Pero mi alumnito (pequeño, de cara regordeta, permanentemente levantado y pasando de mí y de mi clase) pensó que lo más molón era versionar a Noé subido en la silla, gritando, saltando y demostrando su creatividad al mundo.

-CHIQUILLO! BAJA DE AHÍ QUE TE VAS A MATAR!
- QUE NO!!!!- Me responde el muy sinvergüenza.
- BÁJATE, NIÑO!!!........¡QUE TE BAJES TE DIGO!
- QUEEEEEEE NOOOOOOOO. No me da la gana!
- ¿Ah no? Vale. ¿Pues sabes qué?
- ¿Qué?
- Que estás sin recreo- digo yo tajantemente.
El niño, al oírme, se pone muy serio, me mira con el entrecejo fruncido y, tras una pausa, me responde:
- ¿Cómo lo sabes, maestra?

La maestra se esconde detrás de los folios que tenía en la mano congestionada por la risa. Me temblaban los hombros de reírme y era incapaz de hablar. El muy gamberro ya estaba castigado sin recreo y no llegábamos a las 11 de la mañana, yo no me lo podía creer.

Y él tampoco, que me perseguía por la clase preguntándome de forma inquisidora:

- ¿Pero quién te lo dijo, maestra?, ¿fue doña Julia, maestra?, ¿cómo lo supiste, maestra?

A eso lo llamo yo dejar intrigada a una persona.