De la belleza y otras desgracias

A mi la serie que más me gusta (con la calidad de los actores me niego a llamarlo culebrón) es Betty la fea, la colombiana, la original. Me la tragué a saltos en su día y me perdí precisamente el final, por tener un horario de trabajo rozando en el absurdo.



Ahora, por los milagros de este bendito internet, me la estoy tragando entera, enterita. De hecho, me pongo antes el episodio de la betty que el de Lost, incluso antes que el de Anatomía de Grey. Y es que betty somos todas.

Puedes haber nacido la más agraciada de las mujeres, que siempre habrá un día (la frecuencia dependerá del estado de ánimo) en que nos miremos al espejo y nos sintamos como betty, pero además gordas.

Cuando estaba dejando atrás la adolescencia y perdí los kilos que me dieron las hormonas, mientras mis amigas insistían en no lavarse el pelo todos los días (Cochina! si se te ensucia todos los días habrá que lavarlo todos los días), tenían granos en la cara y un gusto cutre en el vestir fruto de no éstudiarse cada revista de moda como me pasaba a mi (que iba cutre, pero con estilo), yo pasaba por uno de los mejores momentos de mi vida. No tuve acné, no estaba gruesa y eso es impredonable. Mis amigas un día me citaron en una cafetería del centro y me pidieron, amablemente, que no me arreglase tanto al salir con ellas, que así no podían "destacar" y se sentían "una mierda al lado de mí". Yo, que me sentía más betty que nunca, aluciné. Y pasé de ellas, evidentemente.

Y es que la relación que tenemos las mujeres con la belleza es extremadamente compleja. Desde pequeñas nuestro entorno nos prepara para estar guapas en todo momento, y por ello llevamos lazos, vamos repeinaditas y no nos ensuciamos al jugar (aunque yo nunca lo conseguí).

A medida que vamos creciendo no vale con ser mona a secas. Llega un momento en el que además deberás tener buen tipo, intentar pasar la pubertar sin poner kilos, sin tener granos. La publicidad empieza a bombardearnos con imágenes de lo que debemos ser.
Las mujeres compramos revistas donde cada artículo y publicidad nos enseña que debemos ser esbeltas, altas, delgadas, con maquillaje y peinado impecables. Si no, no somos válidas. Es así.
Vamos creciendo y a lo mejor tenemos un michelín de más. Qué más dá, nos dice nuestra pareja, yo te quiero como seas. Vale, pero luego por qué miras a las actrices porno que están hiperdelgadas... ¿no será que te gustaría yo más si no se me salieran las carnes de los vaqueros? Y estamos convencidas de que sí. Y dejamos de comer.

Nos pasamos la vida a régimen, pensando en lo que comemos, lo que dejamos de comer, lo que hemos comido y que "hoy no ceno". Y a veces no cenamos. Sé de muchas, servidora la primera, que lloran en los probadores de las tiendas cuando la ropa no les queda bien: No me entra la 40 antes me entraba. Y lloramos.

No nos gusta nuestro cuerpo, nuestra cara. Pensamos que a nadie le gusta, puesto que lo encontramos repugnante, así que por un lado pretendemos cuidarnos mucho nuestro exterior, cuando por dentro tenemos una actitud completamente autodestructiva fruto de nuestra baja autoestima y nuestro deformado autoconcepto.

Cuando una revista de moda hace un artículo defendiendo la autoestima de la mujer, que una persona en la talla 42 (Es que eso, señores, ya se considera estar gorda) puede ser "atractiva", se olvidan de ser coherentes y elegir una talla 42 para el reportaje de moda. En cambio nos vemos a una escuálida chica-gigante-nórdica con una talla 34, que nos es propuesta como el ideal a seguir. Y seguimos sin comer.

Y luego te dicen: no mujer, adapta las propuestas de moda a tu talla. Ja! ¿Y cómo se hace eso?.
Cuando tenía una talla 42 me encontraba con los siguientes problemas:

- La ropa de Berska no me entra. Ni de coña. Los pantalones ni con polvos de talco.
- Del Oysho tengo la talla máxima: la L. (os animo a ir a un Oysho y ver el tamaño de los pantalones de la L). Los sujetadores no me entran, ni rezando. Con uno de ellos parezco Anna Nicole Smith. A ver si se enteran de que no todo es tener más o menos espalda, señores, que el número de la talla es tener una espalda más o menos grande. Por tanto tener una 100B significa que tienes unas tetas normales tirando a chicas pero un contorno de espalda de levantadora de pesas. A ver si se dan cuenta de que hay muchas chicas que tenemos más de una copa B. (Prometo un post exclusivo de sujetadores.
- En Zara entro en la ropa según en qué sección. En la más joven, TRF, en la talla más grande y según en qué prendas.
- En Massimo dutti el tallaje llega hasta la talla 46, qué bien. Pero la ropa está diseñada para que le quede bien a una 40, así que o tienes una 40 o la ropa te queda, en la mayoría de las veces, como un tiro.

Vamos, que puedes pasar toda una tarde de compras y volverte tal y como has venido.


Lo que no entiendo de la betty es cómo podía formar parte del cuartel de las feas el bellezón de Aura María. ¿Será que en Colombia esas tías son normales? Qué depresión.

Y eso que la betty se me remedia un poco. Y es que el arreglo hace mucho. Eso de que las mujeres al natural estamos mejor... hombre, pues según el caso. A más de uno me lo quería yo enfrentar con una mujer "al natural", a ver a qué velocidad corría. Y es que, seamos sinceros, el físico importa mucho, muchísimo, demasiado.

¿No podríamos cambiar esto?


Y hablando de cambiar... betty, deberías haberte quedado con Michel.

Comentarios

  1. Lo creas o no, te comprendo perfectamente. Todos decimos alguna vez que las cosas no debieran ser como son; pero luego casi nunca trasladamos nuestras palabras a la práctica.

    La buena imagen sigue gobernando nuestras vidas.

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  2. Bueno, Betty ganó por su belleza interior, desde el principio, ella fue el centro de atención. Todos la queremos por lo buena que resulta ser. Uno espera verla felíz porque ella se lo merece!

    Al final, sólo le dieron unos retoques: + maquillaje, -lentes, +tacones, +cambio de peinado y ropa.

    Pero en el fondo, ella no cambió, siguió siendo la misma "bella mujer" que los hombres anhelan encontrar y que... nosotras mismas esperamos ser, aunque a algunas les quede difícil aceptarlo.

    Así es que las invito, sobre todo a las más jóvenes a cultivarse "por dentro". Dentro de cada una de nosotras hay un secreto, un misterio, un regalo que al encontrarlo "vale oro".

    Aceptémonos como somos, muchas han perdido hasta la vida por el intento de una transformación exterior. Pero cuántas han dejado de respirar por un cambio interior?

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