Por aquí no paso
Hoy se lo he dicho a mis alumnos. Tal cual y en plan de "yo voy a dar mi opinión por muy subjetiva que esta sea". Total, sospecho que a mi libertades de cátedra y de expresión les quedan poco tiempo y las quiero aprovechar. - Yo no confío en la justicia. Eso he dicho. - Y, ¿por qué, maestra? - Porque hay mucha gente en la cárcel que no ha hecho cosas tan malas y hay mucha gente libre que ha hecho muchas cosas malas. No confío en la justicia. Y no lo hago. En la de los jueces. En la de los tribunales. Pero mientras la justicia dependa de mi voy a poner todo de mi parte. Hay un alumno en mi cole, pequeño y juguetón. Tiene ocho años, el pelillo largo y unos padres que ya no eran jóvenes cuando lo tuvieron, que colman de mimos y cariño la juventud del princeso. El princeso toma bocatas de nocilla y zumitos con pajita. Y tiene toda una corte de amiguitos y amiguitas para jugar en el patio de recreo, su reino media hora cada día. Como en todos los cuentos aquí también hay un ogro.